Después de los 12 angustiantes días de búsqueda que les tomó a las autoridades para finalmente encontrar el cadáver de Gabriel Cruz, los padres del pequeño ahora se encuentran sumidos en el inicio de un proceso de duelo que sin todo el calor brindado por la ciudadanía en movilizaciones y en redes sociales, habría sido mucho más difícil de lo que ya lo es.
Un duelo que en realidad inició el mismo día de la desaparición del pequeño. Si para una madre, el simple hecho que se desplace lejos de su supervisión -como es el caso de las parejas separadas-, supone ya una angustia importante, no se diga cuando todo un país se moviliza por encontrar a tu hijo, sin saber a ciencia cierta si lo encontrarán vivo o no.
Un dolor que llegó a su culmen cuando las sospechas de que la pareja del padre del niño era la autora de la desaparición se confirmaron y hallaron el cuerpo sin vida del pequeño.
Ante los medios ha sido un caso sin precedentes, en el que se ha destacado la entereza de la pareja para sobrellevar una muerte totalmente inesperada y lo que es peor, arrebatada de esa manera tan violenta y macabra.
El mismo hecho de tener serias sospechas de que tu mayor enemigo convive contigo es un hecho de tensión extremo que ningún ser humano es capaz de asumir con ecuanimidad, es algo propio de una película de terror. Y peor áun, cuando a pedido de las autoridades y en pro de una investigación exitosa, les prohibieron la más mínima muestra de sugerirle algo a la sospechosa, y así, tragándose el dolor, la amargura y la impotencia, tuvieron que llevar su calvario por dentro.
Todo esto sumado, en el caso del padre especialmente, a un sentimiento de culpa por haber introducido a este monstruo en sus vidas, a esta bruja del cuento, que ya no existe para ellos… es verdad, pero que finalmente les arrebató lo que más amaban.
Y, aunque a simple vista, es admirable la entereza con la que están enfrentando este dolor, no es menos cierto que es parte de un proceso de duelo, que tardará mucho, ya que sólo el tiempo será el encargado de cicatrizar el dolor.
Sin embargo, lo que sí han querido resaltar los propios padres es tantas muestras de cariño recibidas, que han sido un aliciente en medio de esta tragedia tan dolorosa. Y es por eso, que ha insistido en desterrar el odio, dejar de difundir mensajes de odio a la asesina y quedarse con todo el bien que traído Gabrielito.
«La bruja se ha ido, sacadla de vuestras cabezas«, insistió Patricia Ramírez, en un mensaje a la multitud en el funeral de Gabriel.
La madre está convencida que todas las muestras de cariño generadas en la gente han nacido gracias a su hijo Gabriel, y eso es lo que el pequeño ha sido capaz de provocar.
Además, ha aprovechado toda la cobertura mediática de este trágico caso para dirigir a la ciudadanía un mensaje cargado de sentido común, esperanza y optimismo inquebrantable:
«La gente quiere ser buena, solo hace falta darle las herramientas», reflexionando en que talvez las malas personas llegan a cometer atrocidades por pasados turbios que les tocó vivir.
Finalmente, saben que sin el cariño ciudadano todo habría sido el doble de difícil. A Patricia le queda el buen sabor de boca de que por lo menos, la dolorosa partida de Gabriel la ha unido más que nunca a Ángel, y ahora ya lejos de las cámaras, quieren procesar este duelo con el convencimiento de que su pescadito se fue nadando al cielo y desde ahí aguardará a reunirse con ellos, cuando les llegue su hora.
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