¿Quién dijo que no existe el amor para siempre? Norwood Thomas y Joyce Morris mantuvieron un intenso romance que comenzó a orillas del Río Támesis, en Londres, hasta que él tuvo que participar en el desembarco en Normandía y a su regreso el destino los separó.
En el año 1944 el mundo tenía esperanza de poner fin a la Segunda Guerra Mundial que había causado millones de muertes en un poco más de 5 años. Después de muchas cartas de amor sus vidas tomaron rumbos diferentes, además no era una época nada parecida a esta era de las comunicaciones y mensajerías instantáneas.
En esos días sus cartas se demoraban semanas en llegar a su destino y quizás eso se convirtió en una barrera. Pero cuando el amor es verdadero, no hay distancia ni tiempo que se pueda interponer.
Joyce permaneció en Londres por un tiempo, luego se casó y viajó a Australia, lugar donde formó su familia y tuvo dos hijos. Ella nunca olvidó a “Tommy”, como le decía cariñosamente, pensaba si habría leído su última carta recibida por el paracaidista de la División Aerotransportada 101. En esa carta le pedía que se mudara con él a Estados Unidos y que hiciera de su casa “su hogar”, ella lo interpretó como si Tommy estaba poniendo fin a su relación.
¿Cómo se volvieron a encontrar?
Transcurrieron muchos años, ambos enviudaron y hace algunos meses la anciana de 88 años estaba junto a uno de sus hijos, Rob, mientras navegaba en internet en el ordenador y le preguntó si podía encontrar a personas.
El joven escribió lo que su madre le dictó lentamente:»Norwood Thomas + 101 Aerotransportado» y el resultado fue una nota del diario The Virginian Pilot del 18 de octubre de 2010 que reseñaba a un héroe que había luchado contra los nazis y estaba cumpliendo sus últimos deseos: “Había vuelto a arrojarse con paracaídas” y en la noticia había una fotografía actual y otra de la época en la que ella lo conoció.
Su hijo no dudó en contactar a un periodista del diario que se comunicó con Thomas, ¡No podía creerlo! Thomas, de 93 años, estaría cumpliendo el mejor de los deseos, ese que no se imaginaba que sería posible: reencontrarse con su gran amor. Les contó su historia a sus tres hijos y comenzó el plan para reencontrarlos, así que con una cita a través de Skype, pudieron ver sus rostros por primera vez después de 70 años.
El pasado 9 de noviembre fue posible este mágico encuentro de dos ancianos que comenzaron una hermosa relación en la época de cartas y que gracias a la tecnología pudieron encontrarse de nuevo.
Ellos mantuvieron una emotiva charla en la que él le confesó que en 1990 creyó que se había muerto después de saber que se había estrellado un avión en Londres donde una mujer con características similares a ella había perdido la vida. ¡Todavía conservaba intacta su fotografía!
“No, esa no era yo” respondió Joyce y confesaron que no habían dejado de pensar el uno en el otro. Los testigos de esa conversación en Australia y en Estados Unidos lo estaban disfrutando mucho. Joyce, entre risas, le dijo que su última carta la había confundido mucho, “rompiste mi corazón”, le reprochó en tono de broma.
El esperado encuentro…
Las dos familias comenzaron a organizar el reencuentro, decenas de personas donaron a Thomas 7.500 dólares para volar a Australia. La aerolínea le confirmó que viajaría en primera clase y que podía hacerlo junto a su hijo Steve.