Dos tortolitos que se casaron después de servir en la Segunda Guerra Mundial, dejaron este mundo con pocas horas de diferencia, después de compartir su acostumbrada siesta, la última de tantas tras permanecer 70 años uno al lado del otro.
Una historia de amor verdadero, de esas que ya existen sólo en las películas, y que nos erizan la piel por completo…
Isabell Whitney y Preble Staver se enamoraron en una cita a ciegas en Filadelfia. Sin embargo, tuvieron que posponer su relación cuando Estados Unidos entró en la guerra.
Isabell se inscribió como enfermera en la Marina y trabajaba en la estación de Maryland, mientras que Preble sirvió como Marine. Apenas cinco meses después del final de la guerra, la pareja se casó, un 15 de febrero de 1946. Después de lo cual, vinieron cinco hermosos hijos.
Isabell y Preble se mantuvieron ocupados a lo largo de los años, criando a sus cinco hijos y mudándose de ciudad en ciudad para el trabajo de Preble como cabildero y banquero.
Pero entonces, una dolorosa tragedia golpeó a la familia en 1975 cuando vivían en Naples, Florida: el hijo de la pareja, Peter, murió jugando al fútbol durante el último juego de su último año de la escuela secundaria.
Hasta ese momento, Preble mostraba un carácter más duro y exigente, mientras que Isabelle era quien los consentía.
«En ese punto, comenzamos a ver realmente un lado más suave de mi padre. Se supone que los padres no deben enterrar a sus hijos, y eso realmente afectó a mis padres, pero también los unió «, dice Laurie Staver Clinton, una de las hijas.
«Algo así puede destrozar a una pareja, pero ellos hicieron un pacto de permanecer juntos para afrontar el dolor juntos. Y realmente fueron el mejor equipo de apoyo para todos los demás».
Con el paso de los años, la vida de Isabelle y Perble cambió por completo cuando tras manifestarse los primeros signos de demencia en la mujer, tuvieron que trasladarla a un Centro de Cuidados a Largo Plazo. Para Preble no hubo nada más frustrante y deprimente que tener que estar separado de su esposa, pero tristemente tuvo que conformarse y fueron colocados en habitaciones separadas.
Sin embargo, Isabelle entendió que mientras Preble estaba teniendo dificultades para sobrellevar su enfermedad, eso no significaba que hubiera perdido un gramo de sus sentimientos hacia ella.
«Encontraron otra forma de expresar su amor. Papá, incluso después de que dejara de caminar y estuviera en una silla de ruedas, se dirigiría a la Unidad de Cuidados para visitar a mamá… Cada vez que se veían de nuevo, lo primero que hacían era extender las manos, tomarse de las manos y decirse que se amaban».
La demencia de Isabell era galopante, ella constantemente se detenía en medio de la conversación y se daba cuenta: «Ya hablé de esto». Pero nunca olvidó quién era Preble para ella, para su marido siempre tenía una sonrisa reservada.
Cuando Preble cumplió 96 años, manifestó que su deseo sería tener una siesta más junto a su amada Isabell, por lo que se hicieron los arreglos con el personal para que así sucediera.
Isabell y Preble estuvieron recostados el uno junto al otro durante casi tres horas, algo que no habían hecho desde que fueron colocados en habitaciones separadas.
«No hubo una sola palabra entre los dos. Se tomaron de las manos y se quedaron dormidos».
Ese fue el regalo de cumpleaños para Preble, pero todavía tenía más. Cuando Laurie llevó a su madre a la habitación de Preble para abrir las tarjetas de cumpleaños, Isabell inesperadamente comenzó a cantar «Feliz cumpleaños». Y la cantó completa, sin omitir ni una sola palabra.
Días después, se acercó lo que más se temían: llegaba el último momento para Isabelle. Así que llevaron a Preble para que pudiera despedirse.
«Él le tomó la mano, y fue tan tierno. Le pregunté si quería quedarse hasta después de las oraciones, y él negó con la cabeza «, dijo su hija entre lágrimas. «Dije, está bien, pero ¿sabes que eso significa que vas a tener que soltar su mano? Yo estaba llorando y él estaba llorando también».
Así, finalmente llegó el momento en que Laurie tuvo que alejar dolorosamente a su padre de su madre.
«Se retiró con mucho cuidado mientras yo lo sacaba en su silla de ruedas, y luego cubrió con una infinita delicadeza su mano… Casi me rompió el corazón porque ese era un lado tierno de mi padre que no estábamos acostumbrada a ver, no estaba acostumbrada a ver que fuera tan delicado».
Preble e Isabell nacieron con 14 días de diferencia. Y apenas 14 horas después de la muerte de Isabell, Preble falleció también para seguirse amando en la eternidad, tal como lo habían hecho durante su vida terrenal.
Una historia de amor que vale la pena ser compartida con todos tus amigos. Y recuerda decir cuánto amas a tus seres queridos antes de que sea demasiado tarde.