Tiziano es un pequeño de apenas 5 años, que además de ser paciente de cáncer, es capaz de tener un corazón del tamaño del universo y responder donde los adultos no lo han hecho.
Cuando sólo tenía 5 meses de nacido fue diagnosticado con Glioma (una afección asociada con tumores en los nervios ópticos); pero no podía imaginar quién llegaría a su vida para transformarlo todo: un hombre sin techo de 70 años de edad.
Tiziano vive en Paraná, Argentina, con su padre y su madre Florencia Oleinizak
Una mañana fría de invierno, Tizi (como lo llaman cariñosamente sus padres), iba a la escuela con su madre, cuando se cruzaron con Tano, un hombre sin hogar que luchaba por protegerse de la lluvia.
Al pequeño la escena no le dejó indiferente, por lo que le pidió a su madre que le comprara un sándwich, pero cuando se acercaron se dieron cuenta que lo que necesitaba el pobre hombre era mucho más que eso.
Su nombre real era Jesús, y ese encuentro fue el inicio de una conmovedora amistad -entre un abuelo abandonado y un niño curtido por la enfermedad-, gracias a la fortuna del destino que cambiaría la vida de ambos para siempre.
El abuelito tenía el cabello largo, estaba sucio, mojado y tiritaba del frío. Florencia cruzó unas pocas palabras y pronto se enteraron de su triste historia.
Tano había quedado en la calle después de que su propia hija decidiera echarlo de su casa porque era un estorbo. Sin tener a dónde ir, pasó por varios albergues municipales, de donde salió corriendo, ya que lo poco que tenía le robaban los otros ancianos. Así terminó sobreviviendo en la calle durante más de 1 año.
El encuentro con el abuelo en el camino a la escuela de Tizi comenzó a convertirse en parte de la rutina, ellos le darían algo de comer y se volverían a ver al día siguiente.
Pero un día, a pesar de sentirse avergonzado, el abuelo les pidió zapatos, ya que los que tenía le estaban causando heridas. Florencia no pudo dejar de conmoverse, le tomó de la mano delicadamente a Tano y le prometió que lo ayudarían.
Tizi soñaba con ver al abuelo al día siguiente, después de haber arreglado en bolsas junto a su mamá todo lo que le llevarían. Pero extrañamente, Tano no acudió a la cita…
El corazón del niño se desinfló por un momento, pero su madre le dijo que volverían al día siguiente a ver si tenían suerte. Pero Tano no aparecía. Sin embargo, si a Tizi algo no le faltaba eso era la fe. Y les dijo a sus padres:
«Vamos a orarle a Jesús, vamos a encontrar al abuelo».
Tras 2 semanas de pedirle a Dios, Tano apareció en la misma esquina de siempre. Pero esta vez Tiziano ya no permitiría que lo separarasen del viejito, a quien ya lo veía como su abuelo. Para esto, Florencia no era más que cómplice de la tierna amistad que se había forjado entre el par. Así que con la sencillez que tienen los niños, Tizi exigió a su madre que adoptaran a Tano para siempre, y su madre simplemente no pudo decir que no.
A Tano le abrieron las puertas de su casa y de su corazón, y por primera vez en mucho tiempo tenía una habitación para él solito, lo bañaron, le dieron ropa nueva…
«Estoy como un nene de mamá, no me falta nada y eso lo agradezco de corazón», reveló el abuelo a los medios.
Una nueva vida en ese hogar acababa de comenzar. Ahora Tiziano y sus padres cuidan amorosamente del abuelo. A la madre se le llena la boca de felicidad al relatar que su casa ahora es un desborde de ternura, se abrazan, juegan con sus manos, hacen jardinería y finalmente leen cuentos hasta quedarse dormidos.
Tizi se aferra a la mano del abuelo como si no hubiera un mañana. ¡Es muy conmovedor!
Tano ya se encuentra mejor de sus piecitos y de sus rodillas, incluso contrataron a una enfermera para que esté pendiente de su cuidado, ya que Florencia debe organizarse entre el trabajo y la atención médica de su hijo.
El testimonio de este pequeño debería replicarse en el mundo entero. Puedes ver la entrevista completa aquí:
Si esta historia te ha emocionado, no dudes en compartirla con tus amigos. Es impresionante que en esta ocasión haya sido un niño el que le dio una segunda oportunidad a un adulto mayor, ahora los pequeños adoptan a los ancianos. ¡Cuánto por aprender!