Adalgiza Gonçalves, de 80 años, y Benedito dos Santos, de 84, salieron de su vivienda en Uraí, en el estado de Paraná, en el sur de Brasil, el pasado 12 de marzo para viajar hasta Brasilia y visitar a su hija y su yerno.
Habían programado desde hace meses el viaje con la intención de compartir unas semanas en la casa de su hija. Ese día apenas se habían registrado 77 casos de coronavirus en el país, no había ningún fallecido, tampoco habían establecido medidas de confinamiento ni restricciones de circulación.
Márcia, de 50 años, quien dejó su trabajo como enfermera hace años para dedicarse a la costura, recibió la visita de sus padres sin imaginar que eso le costaría la vida a su padre y a su esposo.
“En ese entonces, el virus parecía algo lejano. Pensé que era algo que pronto pasaría. No creía que iba a llegar al nivel donde llegaron las cosas. Al principio no estaba siguiendo las noticias, así que no tenía idea de la dimensión del problema”, relató ella.
Mientras que su esposo, José Romildo Pereira, sargento de la policía militar, estaba más angustiado por la pandemia, temía ser contagiado y poner en riesgo a su familia. Estaban casados desde hace una década y disfrutaban de la casa que reformaron recientemente.
Comenzó a lavarse las manos, y no tenía contacto con su esposa al llegar a casa hasta ducharse.
El mes de abril, José Romildo estaría de vacaciones hasta el mes de junio, en el cual tenía estimado jubilarse después de tres décadas de servicio.
Cuatro días después de llegar a Brasilia, Benedito presentó dificultades neurológicas, comenzó a perder la noción del tiempo, y no reconocía a su familia.
Poco después comenzó a complicarse, estaba muy débil y tenía pérdida de memoria, además, presentó fiebre alta.
En ese mismo período, José presentó debilidad y fiebre alta, era diabético y tenía problemas pulmonares. El 22 de marzo fueron al hospital y le diagnosticaron una gripe alérgica.
Los síntomas de José empeoraron, tenía dificultades para respirar, dolor pulmonar y tos muy seca. Lo ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Después de dejar a su esposo en la UCI, Márcia regresó a su casa y encontró a su padre muy mal. Lo trasladaron al Hospital da Asa Norte (HRan), presumían que tenía COVID-19.
“No sabemos quién se contagió primero y se contagió a los demás. Puede haber sido mi padre, durante el viaje, mi esposo durante el trabajo e incluso yo en algún momento cuando salí de casa. Es difícil saberlo”, dijo Márcia.
Ella se esforzó por estar aislada para no poner en riesgo a su madre, quien es hipertensa y podría sufrir complicaciones graves por coronavirus.
Perdió a su padre y a su esposo en 2 días
El pasado 02 de abril se sorprendió cuando recibió mensajes de condolencias en las redes sociales, estaba consternada.
“Me pareció raro, pero después me enteré por televisión: confirmaron la muerte del sargento que ingresó al hospital. Era mi esposo. Primero les dijeron a los medios”, dijo la mujer.
“No podía llorar al frente de mi madre. No quería que lo supiera, porque no podía apoyarla en ese momento. Fui al baño, abrí la ducha y lloré largamente por la pérdida de mi esposo. Fue muy difícil contener el dolor”, relató.
Mientras José estuvo en el hospital sufrió un derrame cerebral hemorrágico, una parada cardiopulmonar y falla orgánica múltiple.
Habían transcurrido dos días cuando el padre de Márcia murió de un paro cardíaco.
“Otra vez fui a la ducha y comencé a llorar. En ese momento, estaba segura de que yo sería la próxima”, dijo la mujer.
En ese momento, Márcia se sentía débil, tenía fiebre y falta de aire, pero no quería ser ingresada en el hospital porque no quería dejar sola a su madre.
No pudo despedirse de su padre ni de su esposo para cumplir con los protocolos de aislamiento por coronavirus. Ambos fueron sepultados tras funerales muy breves según lo que estableció la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria.
Márcia tuvo tres hijas como fruto de su primer matrimonio, ellas junto a otros familiares ayudaron a organizar los funerales de José y Benedito.
Después de permanecer durante 15 días aislamiento, Márcia se recuperó de los síntomas y dejó su habitación el 13 de abril.
Aseguró que planea llevar a su madre a Paraná cuando pase la pandemia, mientras tanto se mantienen bajo aislamiento social, los tres hermanos de Márcia viven en Paraná.
Márcia aseguró que su madre está tan incrédula como ella, están devastadas por lo ocurrido.
“Estamos muy tristes por todo esto. Parece que ella aún no ha caído en cuenta. No nos gusta llorar frente a la otra. Una está cuidando de la otra, es como si estuviéramos posponiendo el duelo. Sufrimos cuando estamos solos. Fue la forma que encontramos para lidiar con esto”, relató.
Adalgiza, la madre de Márcia, se aferra a su fe para superar las pérdidas.
“Mi esposo era un hombre increíble. Éramos muy felices. Planeábamos comenzar a viajar mucho después de su retiro. Nuestra vida fue muy buena. Mi padre también era un hombre increíble. Hizo todo por sus hijos y me enseñó muchas cosas”, dijo Márcia.
Ella insta a la población a no subestimar el peligro del coronavirus.
“Es mucho más grave de lo que pensaba. La gente necesita usar mascarillas y lavarse las manos. Nunca se sabe lo que sucederá en tu cuerpo cuando te contagias del virus. Es importante tener cuidado, por uno y por los demás”.
“Estoy es muy difícil, no parece cierto”, dijo Márcia.
Compartamos un mensaje de consuelo con esta familia en un momento tan duro y con todas las víctimas de la pandemia.