Nada como un perrito dispuesto a ayudar a otros sin importar su especie para derretirnos el corazón. Cada historia que conocemos de estos maravillosos seres nos confirma que son pequeños angelitos que llegan a nuestra vida para llenarla de amor y darle color cuando creemos que todo está perdido.
Perrito en silla de ruedas forma un gran vínculo con una zorrita ciega.
El protagonista de nuestra historia es un adorable perrito que junto a una zorrita ciega han conquistado a miles de internautas por su genuina complicidad y por demostrarnos que sin importar lo difícil que puede ser la vida, siempre se pude salir adelante cuando se quiere y contamos con la ayuda de las personas indicadas.
Un perrito guía que ama incondicionalmente a su nueva mejor amiga.
Esta pareja de peludos vive en Londres, Inglaterra, el perrito llamado Jack es un West Highland Terrier que usa silla de ruedas, es un valiente sobreviviente que pese a su condición tiene mucha energía, ama ir de aventuras y hacer largas caminatas junto a su nueva incondicional amiga Pumpkin, una pequeña zorrita ciega.
Increíblemente, esta pareja se llevó bien desde el primer encuentro y cada día que pasa es nueva oportunidad para reforzar ese lazo que los une.
El perrito fue diagnosticado por primera en julio de 2020.
Ambos fueron animalitos rescatados por Ana Lapaz-Mendez, una veterinaria que estuvo decidida a transformar sus vidas y darles una nueva oportunidad cuando creían que todo estaba perdido.
Cuando el perrito fue rescatado era una pequeña bola de pelos sucia, muy delgada y con un gran tumor en la columna vertebral que le impedía caminar. Pasaba sus días tristes y sollozando de dolor.
El tratamiento de Jack fue prolongado, pero obtuvo los mejores resultados.
Pumpkin fue encontrada con fracturas en sus patas y con ceguera, debido a su situación era muy posible que no lograra sobrevivir sola en su hábitat natural así que Ana decidió adoptarla.
El tratamiento de Jack fue más largo y doloroso, muchas veces Ana conversó con otro veterinario sobre lo que era lo mejor para el perrito, no le parecía justo mantenerlo sucumbido en una constante agonía.
Las fracturas de Pumkin no tardaron en cicatrizar.
Afortunadamente, Ana no se dio por vencida y las cosas comenzaron a cambiar después de administrarle esteroides con la esperanza de que esto encogiera un poco el tumor.
Los resultados fueron satisfactorios y el pequeño perrito logró salir del caparazón, no volvería a caminar con sus cuatro patitas, pero ahora puede disfrutar de una vida completamente normal usando una silla de ruedas.