La lista de perros leales que hacen todo por sus dueños es bastante amplia, pero sin duda que la historia de un perrito llamado Benito y su humana es capaz de sobrepasar cualquier muestra de lealtad.
Este caniche recuerda a su amada dueña como si nunca hubiese partido de su lado y aún después de años de no verla la siente tan cerca de él que su devoción nos ha conmovido a todos.
Benito es de los perritos más fieles y agradecidos.
Mientras otros perritos disfrutan de los paseos al parque, el leal Benito no tiene una salida más especial que la de ir a ver a su mamá.
El asunto es que la mujer murió hace cinco años y aun así él disfruta al máximo cada uno de los encuentros que se dan en el cementerio.
Benito vive en Villaguay, en Entre Ríos (Argentina) y aunque pasó los primeros cuatro años de su vida rodeado del amor incondicional de Johana Duré, esta falleció y dejó en el perrito un profundo vacío.
Afortunadamente el can no quedó desprotegido, sino que está bajo el cuidado del padre y la hermana de Johana: Ismael y Belén Duré.
La mujer es la responsable de que un vídeo del perrito se haya hecho viral.
Además de su cuidado, la familia se encarga de mantener la memoria viva de Johana y junto a Benito visitan la tumba de la mujer con frecuencia.
Pero debido a los meses de confinamiento que se vivió en el país producto de la pandemia, tanto Ismael como Belén y el perrito dejaron de ir al cementerio.
Esto entristeció un poco a la familia.
Tras cuatro meses sin verse, Belén grabó la felicidad de Benito al entrar nuevamente de incognito al cementerio. El perrito sabía muy bien adónde iba y se adelanta a sus humanos, pues no contiene las ganas de saludar otra vez la tumba de Johana.
“Llevamos a Benito escondido en el bolso”, puede leerse en el vídeo que se hizo viral en redes sociales.
La grabación cuenta la historia de amor entre el perrito y su dueña pero lo que ha sorprendido a todos es la emoción del leal can en el momento de entrar a la sala en que reposa su mamita.
El perro se desespera, bate su colita e incluso se para en dos patas para pedirle a Ismael que lo alce.
El can pasa de la inquietud a la calma en el momento en que el hombre lo alza y puede reposar tranquilo sobre el féretro de su madre.
“Benito fue un regalo de su pareja, en noviembre del 2014. Ella lo tenía como un hijo. Desde ese momento fueron súper compañeros, unidos”, comentó Belén.
El lazo de este perrito con su dueña no se perdió en el momento de la muerte, al contrario, parece que cada día se intensifica aún más.
“Cuando falleció, lo llevamos al velorio, lo arrimamos a donde estaba y él se la pasó llorando. A partir de eso, lo llevamos todas las semanas a verla al cementerio.
Llegamos, salta del auto y ya se sabe el camino donde está el panteón. Cuando ve que estamos cortando flores para llevarle, él ya sabe que vamos a visitarla”, contó Belén.
Johana sufría de problemas cardíacos,nació sin el ventrículo derecho y fue sometida a una operación a corazón abierto siendo apenas una bebé.
Cuando tenía 5 años fue operada por segunda vez y desde entonces había hecho una vida normal hasta el momento en que sus males regresaron.
Cuando tenía 25 años sufrió un ACV que dio la entrada a su quiebre y posterior muerte.
“A los 25 años, empezó a tener problemas de vuelta. Se le agrandó mucho el corazón y había que hacer una operación, a la que los médicos no se animaban por su complejidad.
En el 2016 decidieron operarla, estuvo varios días internada, pero falleció el 7 abril», reveló el señor Ismael.