Esta es la historia de Brutus, un noble perrito Rottweiler de dos años de edad. Se puede decir que a Brutus la vida le jugó una mala pasada.
Cuando tan solo era un cachorro, Brutus vivía con unos criadores muy irresponsables que lo dejaron a la intemperie en pleno invierno.
El frío intenso congeló sus patas y lamentablemente las perdió quedando discapacitado.
Incluso en el refugio en el que lo rescataron fue catalogado como “imposible de adoptar” por su condición. Lamentablemente, los perritos que tienen alguna enfermedad, discapacidad o malformación suelen ser dejados de lado cuando ellos necesitan y merecen la oportunidad de ser amados.
Pero por suerte la vida le tenía preparada una gran sorpresa al valiente perro… ¡Mira su historia!
Los dueños intentaron vender al perrito en un estacionamiento incluso después que había perdido sus dos patas
Las patas del pobre perro estaban simplemente destrozadas. No podría caminar, correr, jugar, ni hacer nada que hace un cachorro normal… Se me encoge el corazón al verlo.
Su dueña unió esfuerzos con una rescatista de animales llamada Laura Ornelas, ella le habló de las alternativas para Brutus.
Pero la cirugía y las prótesis eran muy costosas. Entonces iniciaron una fuerte campaña de recaudación de fondos para poder ayudarlo a recuperarse y mejorar su calidad de vida.
A través de su campaña creada en la plataforma de GoFundMe Better Paws for Brutus (Mejores patas para Brutus)recaudaron los fondos necesarios para su operación y para las prótesis.
Lograron reunir 15.900 dólares gracias a la solidaridad de la gente que se conmovió con la triste situación de Brutus.
Las maravillosas piezas fueron creadas por OrthoPets Denver, un grupo que desarrolla todo tipo de tecnologías para mascotas y animales discapacitados.
Cada día su dueña le coloca las prótesis con mucho amor. Al principio fue como ver a un bebé caminar por primera vez.
Fue muy emocionante poder ver cómo logró dar sus primeros pasos tras superar ese amargo pasado en el que la negligencia de sus dueños le hizo perder su alegría.
El perro no sabía qué eran esas cosas extrañas, no sabía que eran por su bien, así que fue un poco difícil lograr que se acostumbre.
Brutus y su dueña nunca se rindieron. Ella sabía cómo motivarlo: con deliciosas recompensas de su comida favorita, él fue comprendiendo que todo era para mejorar su calidad de vida.
Y poco a poco Brutus adquirió la fuerza necesaria para mantenerse y caminar solo.
Después de eso Brutus empezó a ser más feliz, a jugar, a correr y a actuar más como un perro común.
El próximo paso en la recuperación de Brutus es realizar fisioterapia en el CSU’s Veterinary Teaching Hospital.