En medio de la pandemia, las autoridades sanitarias han destacado la importancia de permanecer en casa. Sin embargo, muchas personas no pueden hacer esto, dado que están siendo desalojados en medio de la tempestad, junto a sus humildes familias.
Lamentablemente, esto fue lo que sucedió con un desesperado hombre de familia en Brasil. Jucelio Lima se enfrentó a un primer desalojo, cuando tuvo que dejar un departamento en São Bernardo.
Posteriormente, se mudó a un hogar donado, pero tres meses después, se solicitó la toma de posesión del terreno y fue nuevamente desalojado.
De camino a casa, después del trabajo, este motociclista, de 39 años, se pregunta cómo pagar el alquiler de su casa este mes. El lugar donde vive con su esposa Michele, embarazada de siete meses, y sus tres hijos, es el tercer hogar de la familia durante la pandemia, pero si no pueden conseguir los 100 dólares para pagar el alquiler, es posible que no tengan a dónde ir.
Antes de la pandemia, Jucelio y su familia vivían en São Bernardo do Campo, en un departamento alquilado en Jardim Silvina. Cuando la crisis generada por el COVID-19 llevó a los padres de familia a reducir sus salarios, fue imposible pagar el alquiler.
«O pagamos las facturas, o compramos comida», dice consternado el hombre.
El dueño del apartamento pidió que le devolvieran la propiedad y la familia se quedó sin ningún lugar a dónde ir. Con lo que estaba recibiendo de salario, menos de 100 dólares, y en medio de la pandemia, Jucelio no pudo alquilar otro lugar.
Desesperado, preguntó a los líderes de una ocupación donada que había visto en Diadema durante una entrega de motocicletas si podía vivir ahí. La ocupación de Jardim Ruyce, que estaba en un terreno baldío cerca de la carretera Imigrantes, fue organizada por varias personas desempleadas por la pandemia.
“Dispusieron de un espacio de 9 metros por 5 metros, pero si no construíamos una choza en una semana, la perderíamos”, afirma Jucelio.
Como usaba una motocicleta de la empresa en el trabajo, Jucelio pudo vender su motocicleta propia, que usaba para ganar dinero extra trabajando después de sus labores, para poder construir la choza y no dejar a su familia sin hogar.
Pero no pudo conseguir muchos ingresos, teniendo que pedir dinero prestado a su hermano y jefes para comprar material de construcción.
Él mismo construyó la choza y llevó sus muebles a la ocupación con la ayuda de amigos. Esperaba poder quedarse allí por un tiempo, al menos hasta que pudiera saldar sus deudas y comprar una motocicleta nuevamente.
Pero en menos de 35 días, Jucelio, Michele y sus tres hijos fueron desalojados nuevamente, junto con otras 179 familias, cuando el gobierno del Estado de São Paulo y la empresa Ecovias obtuvieron una orden para sacar a las familias del lugar que habían tomado.
Todos merecen tener un hogar
Jucelio, afortunadamente, recibió ayuda de un conocido para alquilar una casa, y también de los maestros de sus tres hijos para comprar comida y ropa, pero su situación sigue siendo totalmente insegura.
“Estoy pagando los préstamos, ayer recibí mi salario y tuve que pagarle todo a mi jefe. No sé qué haré», dice el hombre.
Confiamos en que Jucelio y todas las familias que enfrentan momentos difíciles en la pandemia, puedan recibir la ayuda que tanto necesitan.
Comparte esta dramática historia con todos tus amigos y recuerda ser siempre solidario con los demás.