La alegría de una joven de 19 años que se preparaba para ser madre por primera vez, y no de una sino de cuatro criaturas, se vio empañada cuando tuvo que llevar el embarazo a término con los bebés sin vida dentro de su útero.
Tori Keller de Alabama, Estados Unidos, y su pareja Tyler Hallman estaban felices cuando descubrieron que serían padres de cuatrillizos. Sin embargo, el destino les tenía preparada una lamentable jugada.
La exploración realizada a las 15 semanas de embarazo reveló la devastadora noticia: tres de sus bebés se estaban formando en la misma placenta, la cual no sería lo suficientemente resistente como para sostener a las criaturas hasta que el embarazo se llevara a término.
Peor aún, el corazón del bebé D que se formaba dentro de la misma placenta junto al B y C no tenía latidos.
La pareja estaba destrozada pero Tori debía ser fuerte para lograr salvar la vida de algunos de sus hijos. La joven debía continuar llevando al bebé fallecido dentro de su vientre.
“Tuve que seguir. Sabía que no podía renunciar a mis otros bebés. No sabía cómo sentirme al saber que lo había perdido, pero no tenía otra opción”, reveló Tori.
A las 18 semanas, la pareja que se había conocido por Tinder recibió otra noticia. Tori presentó dolores en su costado que los médicos pensaron se debía a la expansión de su útero pero sólo una semana después supolo peor: sus bebés B y C también habían perdido la vida.
Para se momento, casi todos los hijos de Tori habían fallecido en su útero. Sólo latía el corazón del bebé A que se estaba formando en una placenta diferente.
Los médicos se preparaban para llevar a cabo una cesárea para extraer a los bebés sin vida, aunque la operación podría ser peligrosa para la niña A que era el único bebé cuyo corazón aún palpitaba.
Esta aguerrida madre estaba dispuesta a todo por salvar a su bebé y a las 21 semanas fue llevada al hospital para un monitoreo. Su cuello uterino se había dilatado y a las 23 semanas fue sometida a una cesárea de emergencia.
Por fortuna el resultado fue favorable y la pequeña Athena llegó al mundo, aunque con serias dificultades. La niña pesó menos de 700 gramos y midió 30 cm, sus ojitos aún estaban cerrados y sus oídos no se habían formado por completo.
Aunque Tori estaba feliz de ver a su pequeña niña, su estado la tenía a la expectativa pues no sabía si podría salvarse y, como si esto fuera poco, tuvo que dar a luz a sus bebés fallecidos. La recuperación no fue un proceso sencillo.
“La recuperación del trabajo de parto no se parecía en nada a lo que había experimentado antes. Fui cortada de manera diferente a la ‘normal’. Me cortaron horizontalmente por fuera, pero por dentro, me cortaron verticalmente”, relató la madre.
Después de su nacimiento, Athena pasó 127 días en el hospital antes de ir a casa. Sus padres pudieron abrazarla por primera vez después de dos semanas.
“Ver a Athena por primera vez fue irreal. Por supuesto, nunca quise verla así, pero es realmente increíble ver a un bebé tan pequeño. Estaba asustada y triste porque tuvo que estar conectada a tubos y alambres, en lugar de a mi vientre, pero me llenó de mucho amor por ella”, reveló la madre.
A pesar de las dificultades, ahora Athena es una niña conversadora y activa, además de la dulce hermana mayor de Zachariah, de un año.
La pareja ha decido relatar su historia para inspirara a otras personas que al igual que ellos han tenido que atravesar por un episodio de duelo.
Por favor comparte su caso y ayúdanos a darle sentido a la iniciativa de Tori que sólo busca darle consuelo a otras madres que sufren la perdida de sus hijos.