No todo lo que brilla es oro y tampoco todas las suegras son como las pintan. Nuestra siguiente historia es una de unión y resiliencia entre una mujer y su yerno para quienes la feliz convivencia nunca ha sido un problema.
Gustavo y Marlene perdieron sus trabajos al comienzo de la pandemia. Él trabajaba en una empresa de tecnología financiera y ella lo hacía en un mercado de confitería. Sin saber qué hacer o cómo actuar ante el desastre, sin perspectivas, decidieron emprender un negocio alternativo juntos.
De esta manera, ambos se abocaron en la realización de cotillones y kits para las fiestas de São João, celebradas en junio, en Sao Paulo, Brasil. Los paquetes llenos delicias azucaradas fueron un éxito rotundo en ventas en todas las calles de la ciudad.
Pero, la idea no quedó allí. El yerno y su suegra apostaron a más y se volvieron a asociar para, esta vez, abrir un gran restaurante bautizado con el nombre de “Manos de Oro”, en honor a doña Marlene, ubicado en el Hotel Vila Leste, en Teresina, São Paulo.
“Marlene realmente tiene manos de oro para cocinar y nos elogian a diario”, dijo el orgulloso yerno.
Si bien la primera pequeña empresa salió muy bien, June, la esposa de Gustavo falleció, llevándose con ella su negocio. Luego, la madre fue diagnosticada con cáncer y él entró en una profunda depresión.
Sin embargo, salió victorioso. Su madre venció en la batalla contra la enfermedad y él tomó el dinero del despido para invertirlo con su suegra en el restaurante. Una asociación a la que, hasta los momentos, le ha ido de maravilla.
“Lo armé todo, empecé a trabajar prácticamente como albañil y capataz para renovar el lugar de punta a punta y lo abrimos. También trabajé como arquitecto y decorador. Fue muy difícil hasta que abrimos porque no tenía experiencia y enfrenté un momento de depresión y sumado a la angustia por el tratamiento de mi madre, comentó el joven.
Como Gustavo y Marlene, muchas personas sueñan con rehacer su vida. Este es el caso de Nilson, quien perdió ambos brazos en un accidente laboral el día antes del nacimiento de su primer hijo. Ahora sueña con conseguir una prótesis para continuar su transitar por los caminos del mundo.
“Mi mamá ganó, el restaurante abrió y yo me doy cariño todos los días, estoy agradecido. Poco a poco voy ganando todos los días”, añadió Gustavo.
El centro gastronómico se encuentra ubicado en la Avenida Itaim, en Vila Itaim. Funciona con autoservicio y los platillos mantienen un precio fijo y asequible. Pero, lo mejor de todo es que, como está en una zona habitada por mucha gente de bajos recursos, también reparten comida gratis para los más necesitados.
En los tiempos que corren, donde la incertidumbre es cada vez mayor, reinventarse se ha convertido en una auténtica necesidad. Sin embargo, esto no se trata solamente de cambiar de trabajo o de disciplina.
En realidad, creo que el concepto va mucho más allá porque, no se trata de cambiar la carcasa o el envoltorio, sino de cambiar desde nuestro interior.
Como vimos en este relato, reinventarse a base de esfuerzo y sacrificio es sinónimo de crecimiento, de evolución, de avance hacia las metas que queremos alcanzar. Comparte esta historia con tus seres queridos.