Es muy común que los padres elijan colocar el nombre de ellos a sus hijos, quizás por costumbre o la cultura de la sociedad donde habitan o simplemente por el deseo de cumplir ese sueño que desde siempre añoraban. Son muchas las familias que a través de las generaciones repiten los nombres.
Pese a esta costumbre, existen motivos por los que no es recomendable repetir el nombre de alguno de los progenitores en el hijo. Algunos psicólogos afirman que al llamar a un hijo como su padre de alguna manera se le predispone a seguir sus pasos.
Alejandro Jodorowsky, reconocido psicoterapeuta y escritor, comenta que los padres deben ser conscientes que al bautizar a un bebé se le asigna un nombre que le va a otorgar una identidad a su hijo.
Es como que si el nombre representara un contrato intangible con estatutos que controlan, regulan la libertad y condiciones de vida.
El psiquiatra Armando Camino coincide en que el nombre puede provocar un efecto rebote, al pasar la historia de los padres a los hijos.
También comenta que muchos de los padres que tienen hijos con su nombre proyectan hacia ellos sus emociones, llegando muchas veces a querer transmitir su identidad.
Esto sucede de manera inconsciente en la mayoría de los casos, pero de igual manera limita la personalidad y la individualidad de cada persona.
Muchos expertos coinciden en que el nombre es como una fotocopia, con el tiempo va perdiendo su nitidez y claridad, lo que puede crear confusión al niño especialmente en las primeras etapas de crecimiento, en las cuales justamente se va formando y consolidando la autoestima, personalidad y la confianza en sí mismo.
Es bueno recordar que el nombre es lo que más escucha una persona cuando se trata de su identificación.
Muchas son las anécdotas cuando alguien quiere establecer comunicación con el hijo, pero quien atiende el llamado es el padre o el abuelo.
Esto se toma como una diversión, pero realmente va dejando una marca en el camino del pequeño que muchas veces está condicionado por el peso de generaciones que no tiene por qué tener sobre su espalda.
Cada nombre tiene su historia y no se puede evitar la posibilidad de que la persona se identifique con ella. El nombre establece algunas características propias de cada persona, hay nombres fuertes, dulces, un poco tiernos, con carácter y es posible que las personalidades de las personas estén un poco amarradas a su nombre.
Al colocar el nombre de uno de los padres, sin querer se puede imponer al hijo el reto de que sea igual o mejores que ellos. Esto en el mejor de los casos puede terminar con éxito o en el peor de los escenarios en frustración.
Muchos especialistas recomiendan colocar un nombre original y genuino, que fortalezca la individualidad del ser humano con la libertad de ser quién quiera ser, cumpliendo con sus deberes y derechos.
Esta información puede ser útil para muchos futuros padres que estén en el proceso de la elección del nombre de su hijo o para comprender algunos de sus comportamientos y buscar ayuda profesional. ¡Compártela!