La infancia es la mejor época de nuestras vidas. De niños, con los primos compartimos grandes momentos de alegría y de tristeza.
Pero, también, de entusiasmo y de enfado. Todo ello es fundamental para nuestra vida afectiva futura. Entre ambos se llega a establecer estrechos lazos de lealtad mutua.
Los primos son nuestros hermanos y mejores amigos.
Si como padres nos esforzamos por mantener un vínculo entre nuestros hijos y los hijos de nuestros hermanos o hermanas, estos obtendrán una conexión de por vida.
Así mismo sucede con los hermanos de sangre.
Además, pasar tiempo en casa de los primos ayudará a nuestros pequeños a ser más autónomos. Esto les permitirá poner en práctica todo lo que les hayamos enseñado, sin necesidad de supervisarlos.
Pasar tiempo alejados de los padres, y en compañía de los primos, incluso aumenta la autoestima.
“Porque los primos son entre los primeros más grandes amigos en la vida de un niño. Los primos son como hermanos, son un bien precioso”, se lee en un artículo acerca de este tema.
Cómo olvidar aquellos días soleados paseando con nuestros primos en bicicleta, o nadando en el río. Imposible dejar de recordar aquella complicidad con la que nos cobija su presencia incondicional y su amistad sincera.
Nuestros primos son nuestros voceros, pero, sobre todo, y aunque la vida nos separe de ellos, aún de mayores los echamos mucho en falta.
Son nuestros ayudantes en la construcción de nuestros más caros y preciados recuerdos, imposibles de borrar de la memoria.
“Los niños tienen necesidad de primos porque, son a menudo los primeros amigos que tienen en sus vidas.
Con los primos se asiste a las primeras fiestas de cumpleaños de la infancia, se festeja Navidad y se comparte la vida en familia. Son, entonces, fundamentales en la vida de los niños”, añade el escrito.
No hay duda de que los primos, no solo son especiales, sino esenciales en nuestra existencia. Son preciosos, en verdad. Incluso, si son mayores, se presentan ante nosotros como un ejemplo a imitar.
Si son menores, entonces fungimos de guía para ellos. Por otra parte, en el caso de los hijos únicos, se trata de los hermanos que no han tenido nunca, y de los cuales no querría uno separarse jamás.
La vida da muchas vueltas y, a veces nos aleja de nuestros seres más queridos: los primos. El proceso de desapego nunca es sencillo.
Duele y duele mucho. Por eso es tan emocionante el reencuentro ya de mayores, ya que las ganas de estar juntos nunca desaparecen.
Pero, no solo eso. Los primos son importantes, incluso en la medida en que se convierten en parte de nuestra propia familia. Se conocen bien las dinámicas, por lo tanto, a los niños se les hace más sencillo entenderse con ellos que con otras personas.
Independientemente de que no nos veamos durante años, es posible encontrar en nuestros primos la misma magia de antes.
Cuando nos volvemos a ver en sus ojos, el reflejo es aquella misma complicidad que teníamos cuando éramos unos infantes.
Como padresdebemos fomentar que nuestros hijos puedan hablar seguido por teléfono, chat u ordenador con sus primos. La distancia no es obstáculo para que sigan en contacto y mantengan una estrecha relación de hermandad.
Además de quedar para ir al cine o al parque, podemos instaurar, por ejemplo, la costumbre de reunirse en familia al menos una vez al mes.
Puede ser un fin de semana en el que todos compartan una divertida escapada, o durante el período vacacional de verano.
En conclusión, si eres padre o madre, no te olvides de acercar a tus hijos con sus primos, pero, sobre todo, de decirles cuanto los amas. Bríndales la oportunidad de crecer juntos y edificar numerosos recuerdos dulces que durarán para toda la vida. Los primos son un bien precioso.