Asombroso, místico, misterioso, espectacular, inquietante y hermoso son solo algunos de los adjetivos con los que se puede describir a Machu Picchu, uno de los lugares más fascinantes que existen en el planeta.
De hecho, las historias en torno a la experiencia de conocer la ciudadela inca, considerada una de las siete maravillas modernas mundiales, son incontables y conmovedoras.
Philip y «Choco» quien es su cuidador nocturno tienen un gran vínculo de amistad
En nuestra próxima historia, iremos de la mano de Philip Stephens, un turista australiano con discapacidad quien finalmente logró realizar el sueño de su vida: llegar y ver con sus propios ojos la antigua edificación construida en el siglo XV, para lo cual contó con la ayuda de Emiliano y Marcos, dos extraordinarios amigos argentinos.
Philip Stephens
Stephens era un experimentado buzo y un profesional exitoso de las finanzas que, durante una inmersión sufrió una importante lesión en el cuello que lo dejó cuadrapléjico.
El hombre, inmóvil, depende exclusivamente de una silla de ruedas para desplazarse, pero esto nunca ha sido un obstáculo para que el buen Phillip viva en el constante movimiento de sus mayores pasiones: viajar, beber vino y hacer amigos pero, sobre todo, cumplir su gran sueño de conocer este lugar sagrado y ancestral que representa Machu Picchu para la humanidad y principal imán turístico del Perú.
Para lograr su empresa se valió de sus dos cuidadores y definitivamente mejores amigos: Emiliano Bisson y Marcos Peluffo, oriundos de Argentina, quienes fueron realmente los artífices de que la ilusión de su amigo se materializara finalmente.
Emiliano, conocido como “Choco”, fue el encargado de coordinar la misión del exigente ascenso a las montañas, y entre él y Marcos, tomaron al aventurero australiano en brazos durante nada menos que seis horas. Esto para quienes aún no creen que no existen imposibles cuando de la verdadera amistad se trata.
“Fue grande el esfuerzo, pero se trataba del sueño de toda su vida, y si no, ¿para qué estamos los amigos?”, afirmó Emiliano Bisson.
Raspaduras en las piernas y brazos, magullones y litros y litros de sudor, no pudieron con la paciencia, la solidaridad y con lo que sería la mayor muestra de cariño y de amistad entre estos tres grandes camaradas.
Entre todos, y con un último empujón de unos chicos italianos, lograron la tan ansiada meta de Phillip. ¡Uff!, creo que hasta yo sudé, pero, ¡felicidades a este gran equipo!
Durante el ascenso, la posición en la que llevaban al hombre discapacitado, le impedía divisar el camino, hasta llegado el momento en que por fin pudo girar la cabeza y beberse con la mirada todo el hermoso paisaje que se abrió ante sus ojos.
Al fin lo había logrado, y todo gracias a una (parafraseando al conocido tema de Joe Cocker) “grandísima” ayuda de sus amigos.
“¡Wow, ¿realmente estamos acá?”, dijo Phillip con el rostro iluminado por la emoción.
La amistad es una forma de querer a los demás, implica un acto de generosidad hacia otro y necesita que este sentimiento sea recíproco.
Bisson cuenta sus aventuras, le encanta viajar por los cinco continentes y ahora que se convirtió en el cuidador de Stephens sus horizontes no se han detenido, gracias a la profunda amistad que les une.
Los amigos verdaderos son aquellos que siempre te acompañan y creen en ti, incluso, cuando tú has dejado de hacerlo. Y aunque parezca curioso, no necesitas tener millones de amigos, solo debes escoger a los mejores.