Los errores pueden tener un alto costo, especialmente cuando se trata de salud. Los médicos también son humanos y se pueden equivocar, sin embargo, están obligados a minimizar el riesgo de hacerlo porque su compromiso es salvar vidas.
La historia de Rebecca Lord de 30 años es una lamentable prueba que revela la ineficiencia de un equipo médico que sólo se limitó a actuar desde sus zapatos sin buscar consultas adicionales para enriquecer la información sobre el tratamiento adecuado. Esta mujer estuvo sólo a 30 minutos de la muerte gracias a una mala praxis.
Ella acudió al hospital Frimley Park Hospital en Camberley, Surrey en septiembre del 2014 por una lesión en la espalda que ameritó reposo en cama. Para Rebecca este tratamiento no solo implicaba la cura para los dos discos dañados en su columna vertebral, sino que también podría ser contraproducente para su circulación.
Evidentemente estar en cama es una puerta abierta a la formación de coágulos por falta de actividad física, especialmente para aquellas personas que son propensas a sufrir problemas circulatorios.
Por la historia clínica de sus padres ella sabía la importancia de usar calcetines de compresión y tomar medicamentos para evitar la coagulación de la sangre.
Rebecca en más de una oportunidad conversó con el personal médico sobre su alarmante inquietud por el alto riesgo de la formación de coágulos de sangre, sin embargo, nadie le dio una respuesta que pasara más allá de un “vamos a consultar”.
Preocupada e indignada sólo le quedó esperar sin dejar de pensar que algo malo le podía suceder.
Después de 48 horas de alta su vida estaba al borde la muerte mientras ella hacia su mayor esfuerzo para respirar.
Entiendo que los hospitales están muy ocupados, pero el personal todavía le falta mucho que aprender. Un pequeño error tuvo graves consecuencias para mí”.
Cualquier persona puede padecer de coágulos de sangre, pero la posibilidad se incrementa en aquellas que no tienen mucha movilidad.
Rebecca comentó que les pidió varias veces un par de calcetines y medicamentos anti-coagulantes, pero nunca le dieron nada. Las enfermeras le dijeron que hablarían con otro miembro del personal, pero nunca hicieron nada al respecto.
Me enojé, sentí que no me escuchaban».
Pasados los 5 días de alta y esperando para realizar una fisioterapia ella necesitó hacer un mayor esfuerzo para respirar. Hizo su mayor intento en cumplir con su trabajo en una tienda de móviles, pero pasados unos días volvió al hospital.
Esta vez permaneció ahí 5 días de nuevo con reposo en cama y bajo la misma situación. Todas las veces que solicitaba atención por la probabilidad de la formación de coágulos era en vano.
Fue dada de alta el 22 de septiembre, pero el día siguiente estando en casa sintió un dolor en la espalda, trató de ponerse cómoda porque pensaba que podía ser muscular, sin embargo, el dolor se propagó para el pecho y su intensidad era tal que parecía que alguien se estuviera sentando sobre su pecho y estuvieran exprimiendo sus pulmones. Apenas podía respirar.
Como pudo llamó por teléfono a su casa para pedir ayuda a su madre. Afortunadamente Rebeca no había cerrado la puerta de su habitación y ella pudo entrar inmediatamente y pedir ayuda a emergencia.
Rebecca estaba aterrorizada de regresar por tercera vez al hospital. Pensaba que podía morir. Esta vez los médicos sí realizaron una serie de pruebas incluyendo una radiografía de tórax y un electrocardiograma. Los resultados indicaron que tenía tres coágulos en los pulmones.
Inmediatamente le colocaron oxígeno y le administraron medicamentos anti-coagulantes que siempre solicitó.
Escuchó decir al personal médico que estaba al borde de la muerte, tal vez no resistiría una media hora más.
Si me hubieran dado lo que había pedido, no estaría aquí ahora. Yo luché para recuperar mi vida».
Finalmente fue enviada a su casa el 1 de octubre de 2014, Rebecca estuvo en tratamiento con anti-coagulantes durante meses y análisis de sangre semanales para observar su progreso.
Se le recomendó caminar más de 30 minutos al día para reducir el riesgo de formación de nuevos coágulos.
Realmente Rebecca pasó por serios problemas para recuperar su vida. Tuvo que renunciar a su trabajo porque o podía mantenerse de pie todo el día y buscar uno en el área administrativa que demanda menos esfuerzo físico.
Perdió casi la totalidad de sus piezas dentales porque no pudo continuar con su tratamiento y se vio en la obligación de suspender la cirugía dental para evitar el daño de sus dientes. Lamentablemente terminaron pudriéndose y no tuvo otra solución que usar prótesis.
Con el tiempo, Rebecca contactó a los abogados de Fletchers en Southport, Merseyside, quienes le recomendaron tomar medidas contra el fideicomiso del hospital. En octubre del año pasado reconocieron su responsabilidad.
Ella explicó que hizo pública su historia para evitar que le suceda a otras personas y se tome consciencia, finalmente no se trata de recibir una compensación sino de evitar el trauma y el calvario por el que pasó y que casi le costó la vida.
Kate Goodman, una abogada de Fletchers Solicitors que se encargó del caso comentó que esta situación representó para Rebecca una terrible experiencia que una sigue teniendo consecuencias de gran impacto sobre su vida.
Ese pequeño error médico puede tener consecuencias devastadoras en un paciente.
Un portavoz del hospital dijo que le pidieron disculpas a la paciente por no haber realizado una evaluación apropiada del riesgo de tromboembolismo venoso (TEV) y administrar un tratamiento que pudo haber evitado los coágulos de sangre.
Afirmó que después de este desafortunado incidente mejoraron significativamente la evaluación de los pacientes por su riesgo de TEV.
Comparte esta historia con tus amigos y familiares para ayudar a que este error no se repita en otros centros de salud y que otras personas no vivan lo que le tocó padecer a Rebecca.