Stefen Chow es un fotógrafo y director de cine que vive en Beijing, China, que se ha tomado el tiempo para viajar con sus hijos por el mundo. Gracias a sus experiencias, escribió en Medium una interesante columna.
Disfruta de las palabras de este hombre que se anima a contar y reflexionar sobre la paternidad y por qué debemos pasar más tiempo con nuestros hijos. Esta es su reflexión, publicada originalmente en su perfil de Medium.
Stefen con su pequeña hija cuando salieron de viaje.
En algún momento a finales del año pasado, encontré un poco de tiempo libre en mi agenda de trabajo. Mi hija tenía un poco más de 2 años y había notado que su conciencia sobre el mundo se había vuelto más perspicaz. Siempre tuve el deseo de transmitir mi experiencia y conocimiento con ella, y desde mi punto de vista la mejor manera no es hablándole, sino mostrándole yo mismo el mundo.
Noté que tenía 8 días libres frente a mí y rápidamente compré los vuelos para el día siguiente, en Nochebuena.
No llevamos a mamá con nosotros porque tenía que trabajar, entonces se convirtió en una gran excusa para encarar una mini aventura de padre e hija.
La pequeña siempre prefería la ventanilla.
Las reglas eran simples.
- Quería que fuera espontáneo, escabroso y poco planeado. Hice una regla para reservar las habitaciones con sólo un día de anterioridad, para mantener el itinerario espontáneo y fluyendo.
- Quería mantenerme lejos de las grandes ciudades, ya que quería pasar el tiempo solo con mi hija y no seguir con una ruta como cualquier turista.
- Me comprometí a tener una mente abierta y también permitir a que mi pequeña dictaminara cómo iría el viaje.
En pocas palabras, creo que fue uno de los mejores viajes que hice en mi vida, y definitivamente uno para recordar con mi hija.
Terminamos andando en bicicleta por la costa este de Taiwan, paseando con animales bebés en una granja, salimos en el bote de un pescador, perseguimos trenes, trepamos colinas y protegiéndonos de una tormenta y teniendo más risas que berrinches.
Cenando diferente para Navidad.
Esto es lo que aprendí.
- Nuestros pequeños tienen formas sofisticadas de comunicarse. Son más inteligentes, más empáticos y más comprensivos de lo que pensé en un momento. Descubrí que era mucho más fácil comunicarme con ella si usaba lenguaje adulto y racional. Cuando estábamos en un lugar desconocido, eso nos sacaba a los dos de nuestra zona de confort. Mientras más rápido entendía que éramos un equipo de iguales y que necesitábamos depender del otro para afirmarnos y encontrar soporte moral, la situación mejoraba más rápido y para mejor.
- La mayoría de los miedos son infundados. Cuando mencioné por primera vez este viaje a mis amigos y familiares, las preguntas que más me hicieron (y asumieron) fueron “Cómo iba a tener mi hija su siesta de la tarde”, “¡Los niños necesitan a su madre!”, “Esta no es una rutina normal para ella. ¡Puede hacerlo cuando sea mayor!”. Supuse que eran razones válidas, pero también me encontré que vivimos en un mundo protegido cada vez más donde todo , desde los tenedores hasta los bordes de las mesas hasta los pisos, han sido diseñados de forma segura para niños y se comercializa ante los temores de los padres. Entiendo que haya padres, incluido yo, que quieren lo seguro de todo, pero el problema es que tenemos que arriesgarnos un poco para tener experiencias interesantes. Afronta un poco de riesgo, pero ten la seguridad de tener una supervisión adulta. Y una sensibilidad adulta.
Su hija disfrutó de cada paso que dieron en el viaje.
- Es mejor para el mundo que esté centrado alrededor de los padres, y no alrededor de los niños. En Asia, donde estuvimos, hay una tendencia de darle todo a los hijos. Es lo natural, y también hay una raíz muy fuerte en el confucionismo. Sin embargo, en Beijing, donde vivo, veo a muchos padres haciendo sacrificios por sus hijos, y veo a niños volverse consentidos y malcriados a una edad muy temprana. No soporto ver a niños de 3 años pegando a sus padres y abuelos en público, y ciertamente no quiero que mi hija se comporte de esa forma. Al llevarla a diferentes ambientes y experimentando las diferentes facetas que Taiwan tiene para ofrecer, aprenderá a adaptarse a nuestro mundo.
La pequeña también marcaba el ritmo del viaje.
- Es una increíble experiencia para el padre. De verdad. No experimenté los 9 meses y medio de tener algo en mi estómago, y siempre actué como un cheerleader a su lado. Sentí que estaba afuera de toda la experiencia. Mi hija naturalmente se pega a su madre más, y el padre siempre es una segunda opción, o una tercera. En nuestro viaje dedicado a mi pequeña con la mínima distracción, finalmente tuve la oportunidad de convertirme en un verdadero padre. Sí, pude cambiar sus pañales, darle su leche, acostarla a dormir, pero todo eso es muy fácil. Lo importante es que me encargué de ser un padre y el soporte para ella.
Y junto a su padre disfrutaron del amor por la sandía.
- Sí, te hace apreciar más a la madre y quien elegiste como pareja para tu vida mucho más. Todavía no sé cómo hacen las madres, pero tengo un profundo conocimiento de ello ahora. Esposas y madres, si quieren que su pareja entienda cómo se siente ser uno solo, convenzan a sus maridos de hacer un viaje con su hijo sin ustedes. De repente te vuelves consciente de cada cosa que pasa. Las dos señales previas a que le de un berrinche. Cuando un tranquilo sí significa no. Son las pequeñas cosas que los hombres (ok, quizás solo yo) no vemos de nuestros pequeños, y ya mencioné que sus personalidades ya son extremadamente sofisticadas a su edad.
- Creamos una amistad duradera. Teníamos una relación muy sana antes de esto, pero el viaje nos hizo apreciarnos aún más. Desde el viaje, sentí que éramos capaces de dibujar memorias y experiencias comunes, y ciertamente nos acercó más. Mami está de acuerdo, y eso es algo muy bueno.
¿Qué te parece la historia? ¿Has hecho un viaje similar con tu hija/o?
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