Son muchas las cosas que se pueden hacer por amor, aunque otros las juzguen como locas o irracionales. Ciertamente, no todos son capaces de enfrentarse a sus propios sentimientos y tomar decisiones radicales, sabiendo que de eso depende su felicidad y su destino.
Era lo que vivían en silencio un sacerdote y una monja sin saber que lo que les unía era amor verdadero
Mercedes Tarragona era una joven monja de 22 años que llevaba 5 años siendo religiosa, junto a las Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, en Córdoba, Argentina.
Pero, cuando conoció a Daniel Genovesi, de 26 años, que era sacerdote y secretario del obispo, no podía imaginar que sería él quien le haría dudar de su vocación.
Durante 6 meses trabajaron juntos, y lo que empezó a crecer entre ambos, ni siquiera fueron capaces de entender ni describir. Nadie les había preparado para «el amor».
“Lo que pasó fue que yo vivía en una cajita y estaba bien en esa cajita. Pero cuando conocí a Daniel, él me fue abriendo ventanas. Y había mucha luz afuera, mucha cosa linda afuera”, dijo Mercedes.
La religiosa confiesa que no luchó contra esos sentimientos porque no sabía realmente lo que sentía ni que eso estuviera relacionado con un «amor terrenal». «Era lindo, pero no sabía qué era. Si yo me hubiera dado cuenta de que sentía amor, no me hubiera dado permiso. Era una necesidad de estar con él, pero no sabía cómo justificarlo».
Por su parte, Daniel comenta:
«Yo había ingresado al seminario en cuarto de secundaria y nunca me había enamorado. Por eso no hice caso cuando me pasó con Mercedes. Hasta que una mañana de Navidad sentí deseos de llamarla. Pero era tan alto el nivel de negación, de represión interna, que lo dejé pasar».
«Lo que nos iba sorprendiendo en cada paso de nuestra historia era que siempre pensábamos que era la última vez y por algo nos volvíamos a encontrar. Era algo de esa locura que hay en toda historia de amor».
Poco después, Mercedes decidió renunciar al convento para no arruinar el sacerdocio de Daniel. Sin embargo, tras estar separados por un buen tiempo, él la invitó a una actividad en Venado Tuerto, ella aceptó sabiendo que asistiría como una mujer más y pensando que sin ser monja él ya no la querría así.
Pero, cuando más adelante ella le comunicó que se iría de la ciudad para siempre para así no verse más, entonces Daniel supo que su decisión estaba tomada:
«Me di cuenta de que no quería una vida sin ella. Entonces fue simplemente tomar la decisión de emprender un camino juntos. Al año de que ella dejó su congregación, yo renuncié al clero».
Con la ayuda de un amigo, emprendieron su nueva vida juntos en Buenos Aires. «Ese comienzo fue difícil, porque del mundo no sabíamos nada. Tuvimos que aprender una vida de trabajo, una vida de pareja, una vida sexual, una vida afectiva…», dijo Mercedes.
Incluso, por un momento llegaron a pensar que Dios y la vida los estaba castigando. Todas las personas que conocieron en sus respectivas congregaciones los veían con malos ojos y les dieron la espalda. Por si fuera poco, ella se quedó embarazada enseguida, pero ese bebé que vendría a confirmar su genuino amor, murió a pocas horas de nacer.
De colgar los hábitos al cambio de religión
Siete años después de vivir en pareja, Daniel volvió a sentir el llamado de Dios. Pero él ya estaba felizmente casado y tenía dos bellas hijas, fruto de su amor: Camila y María Carla, ahora de 26 y 23 años, respectivamente.
Así que totalmente confundido, pero entendiendo que «cuando una puerta se cierra, una ventana se abre», como una caricia del destino, encontró una mano amiga en la iglesia anglicana.
Encontró que podía ser un sacerdote sin renunciar a su familia
Para Mercedes fue más difícil renunciar a su fe, ella fue educada en la religión católica desde niña y no conocía otro camino. Pero, un día algo extraordinario la tocó por siempre.
«Pasó que fui bien recibida, que el sacerdote tuviera una esposa era lo más común. A mis hijas las trataban bien, a mí me miraban con dignidad, sin acusaciones… Entonces fue un lugar nuevo que me sanó mi pasado», dijo Mercedes.
Y es que el rechazo de todos los que los conocían, tras dejar su vocación, fue tal, que les costó entender y aceptar que su amor era honesto, que habían decidido vivir su relación sin clandestinidades, ni secretos, y que eso era absolutamente compatible con el amor a Dios.
Mercedes y Daniel ahora tienen 53 y 57 años, siguen casados y en 2018 celebraron sus bodas de plata y renovaron sus votos
Actualmente, él es obispo anglicano, ambos fundaron el Soul Institute (Instituto del Alma), “Mechi” es entrenadora de un programa único en Latinoamérica, y es especialista en psicogenealogía.
Su historia de amor verdadero ha impactado a tantos que será editada este año en un libro autobiográfico escrito por Daniel, y ya se habla de una una miniserie que promete conectar con muchas personas.
Esperamos que su amor siga siendo bendecido y que su historia sirva para que otras personas tengan la misma valentía para luchar por el amor verdadero, hasta las últimas consecuencias.