Las bebidas energéticas se convirtieron en una clase de suplemento alimenticio para muchas personas. Estas bebidas sin alcohol contienen sustancias estimulantes que ayudan a mantener a las personas activas, ese atributo las convierte en favoritas por los deportistas o personas muy activas.
Sin embargo, el abuso de estas bebidas puede llegar a tener un costo bastante alto en la salud. Sobre esto advierte una madre de tres niños que con sólo 32 años fue sometida a una cirugía de corazón, como consecuencia de su adicción a las bebidas energéticas.
Samantha Sharpe, de Leicester, Reino Unido, no sabe en qué momento se hizo adicta a los energizantes. Sólo recuerda haber empezado a consumir las bebidas azucaradas con cafeína para mantenerse activa durante sus turnos de trabajo, hasta el punto de tomar hasta 6 latas diarias.
«En 2014 estaba bebiendo cinco o seis al día hasta que me pusieron el marcapasos en febrero de 2018», comentó Samantha.
Durante años, esta madre hizo de las bebidas energéticas una especie de suplemento que estaba incluido en su dieta. En principio no notó ningún síntoma pero comenzó a sufrir de mareos y apagones. Además de dolores de cabeza y cambios en su humor.
«Me daban dolores de cabeza, estaba malhumorada y necesitaba beber otra para seguir adelante. No dormía y tenía un sentimiento abrumador de fatalidad cuando trataba de dormir», dijo la Sra. Sharpe.
Abrumada por su situación, esta madre decidió ir al médico. Tras unos estudios, Samanta fue diagnosticada con cálculos renales y diabetes, debido a la cantidad de azúcar que había consumido en los últimos años. Como si esto fuera poco, había algo aún más grave: Samantha tenía un bloqueo en el corazón.
Aunque los médicos no relacionaron de forma directa la bebida energética con su problema cardíaco, si advirtieron que su hábito había sido perjudicial para su salud.
En el 2018, Samantha fue sometida a una cirugía para implantarle un marcapaso cardíaco.
Afortunadamente, todo salió bien en su operación y la mujer logró recuperarse. Ahora, ella asegura que su vida ha cambiado desde que dejó las bebidas energéticas.
«Ya no me desmayo y ya no siento que mi corazón se arruina. Mi corazón solía saltar como una bomba de latidos», dijo Samantha.
A pesar de las mejoras, la Sra. Sharpe ha tenido que aprender a vivir con este implante para que su corazón funcione con fuerza. Con 32 años, Samantha debe visitar al médico cada 6 meses por el resto de su vida, pues es necesario corroborar que todo marche bien.
Este hecho la ha impulsado a compartir su historia y hacer posible que las personas conozcan los riesgos de la adicción a estas bebidas.
Esta madre decidió hablar de su lamentable caso, comparte esta nota y haz posible que su mensaje llegue a las personas que lo necesitan.