El estado de emergencia sanitaria desatado por el coronavirus ha dejado en evidencia la falta de preparación que muchos países presentan en este terreno. La escasez de suministros y el aumento acelerado de contagiados es un gran dolor de cabeza para muchos trabajadores de la salud, especialmente esos que están en la primera fila de las zonas más afectadas por el coronavirus.
Ante esta situación, más de un alma generosa se ha animado a colaborar con los insumos necesarios para la protección de los trabajadores, así como con camillas y ventiladores para atender a más pacientes.
No obstante algo bastante polémico ha sucedido en un hospital de Nueva Jersey, Estados Unidos, después de que una enfermera fuera suspendida de su trabajo por iniciar una campaña de recaudación de fondos para la compra de equipo de protección tanto para ella como para sus colegas.
La semana pasada, la enfermera Olga Matievskaya junto a otras doce personas abrieron una campaña de recaudación de fondos para recaudar el dinero necesario y en poco tiempo lograron comprar 500 máscaras, 4.000 cubiertas de zapatos y 400 gorras. Pero por curioso que parezca esta buena acción le ha costado una suspensión temporal de su empleo.
Al parecer, la amonestación responde al incumplimiento del protocolo sobre los suministros en el Centro Médico Newark Beth Israel, en el cual trabaja. Al menos así lo declaró un portavoz de la institución médica.
“Fue suspendida temporalmente por distribuir inapropiadamente suministros médicos no autorizados. Ningún empleado puede distribuir suministros médicos no autorizados dentro del hospital», puntualizó el portavoz.
Como es de imaginarse, este asunto ha indignado a más de uno, no sólo a los colegas y Matievskaya sino a la comunidad en general.
Todo esto sucede mientras Estados Unidos se prepara para el pico de la infección que está proyectado para el 16 de abril. Y, aunque aún falten algunos días, el sistema de salud ya se ve colapsado por la situación.
Con la disminución de las reservas federales y la administración del gobierno limitando lo que queda, diferentes líderes han tomado medidas extraordinarias para brindar apoyo en los hospitales. Esta situación no sólo afecta a los pacientes, sino a los propios trabajadores que luchan de forma directa contra el virus.
“Entendemos que esto es para lo que estudiamos. Sólo pedimos que nos garanticen suficientes equipos de protección para que podamos brindarles a estos pacientes la atención óptima que necesitan y para que no contaminemos a otros, ni a nosotros mismos”, dijo una colega de Matievskaya.
Pese a su suspensión, Olga se mostró satisfecha con todo lo que habían podido recaudar para ayudar a sus colegas con los insumos necesarios que han empezado a escasear en los hospitales.
“Nosotros en primera línea queremos continuar haciendo esto para lo que nacimos… ¡y eso está CLARO para aquellos que nos necesitan! ¡UN MILLÓN DE GRACIAS! ¡Qué Dios te bendiga y te guarde!”, escribió Olga en una actualización de su campaña.
Al menos 400 gorras quirúrgicas desechables de 21, 150 monos, 4.000 fundas de zapatos y 500 máscaras NK95 fueron distribuidos entre sus colegas gracias a la campaña iniciada por esta mujer. Si bien esto le costó una penalización, son muchos los beneficiados con su iniciativa.
Las autoridades médicas deberían entender que se tratan de actos de humanidad y ciertos protocolos salen sobrando en estas circunstancias.
Paradógicamente, esta suspensión sucede la misma semana en que una enfermera perdió la vida tras contagiarse del virus en su lugar de trabajo, un hospital en el que en días pasados se había denunciado la falta de insumos y equipos de protección individual.
¿Realmente hay que esperar que más profesionales mueran por no tener cómo protegerse? Comparte esta noticia y ayúdanos a denunciar esta situación, toda nuestra solidaridad con Olga Matievskaya.