Bien decía la madre Teresa de Calcuta que solo basta una palabra, una mirada o un gesto, para llenar el corazón de quien amamos. Y es que los regalos más valiosos de la vida son los que no se pueden comprar, como el verdadero amor que perdura hasta la eternidad.
Esos gestos muchas veces los vemos en nuestro núcleo más cercano, pareja, familia, amigos. Pero lo más importante es preguntarnos si en realidad hemos amado a alguien con quien no tengamos un lazo directo.
Este hombre es uno de los pocos padres adoptivos que se dedican exclusivamente a cuidar niños con enfermedades terminales.
Mohamed Bzeek es una de esas personas que ha decidido amar, sin posturas raras ni apariencias engañosas, a niños con enfermedades terminales que están completamente solos combatiendo grandes batallas.
Mohamed, quien ha hecho de este proyecto su misión de vida, comenzó a hacerlo para evitar que los niños tuvieran que morir solos en el hospital.
Fue galardonado con el Premio Internacional a la Benevolencia de la Fundación Diyanet.
El hombre de 65 años de edad, vive en los Ángeles y trabaja en colaboración con el Departamento de Servicios para Niños y Familias (DCFS) de Los Ángeles.
Bzeek es un ex inmigrante libio que llegó a los Estados Unidos hace más de cuatro décadas para estudiar ingeniería electrónica, se casó y en 1997 obtuvo su ciudadanía. Su esposa falleció hace años. Bzeek comenta:
“En 1995, decidimos adoptar a huérfanos que fueron abandonados en los hospitales o que el estado les quitó a sus familias debido a la violencia y la presión. La única casa que acepta huérfanos y niños que están a punto de morir en Los Ángeles es mi casa. He tratado con 80 niños desde 1989. Diez niños han perdido su vida en mis brazos”.
Los niños pasan los últimos días de su vida en un lugar seguro y amado, todo gracias a la estrecha colaboración de Mohamed con el Departamento de Servicios para Niños de los Ángeles.
Ellos cada vez que tienen a un niño abandonado al borde de la muerte rápidamente lo contactan, saben que él no duda en aceptarlos.
“Cuando los tomo, sienten un ambiente familiar. Se sienten seguros y son amado hasta el final de sus vidas”.
Este hombre de nobleza infinita no solo los hace parte de su familia, también les da un nombre, a muchos niños los dejan en el hospital sin ser nombrados, en sus papeles de adopción solo se resalta: “Bebé, niña”.
Mohamed los nombra, los cuida, los ama con toda la disposición de un hombre que reconoce en el prójimo el amor propio.
Un comentarista lo llamó la Madre Teresa Musulmana.
Este hombre sabe que cuidar a los enfermos es un proceso doloroso y que el tiempo muchas veces es limitado, pero eso no lo limita. Dice:
“Sé que es una angustia. Sé que es mucho trabajo y sé que a veces me va a doler. Ya sabes me siento triste. Pero en mi opinión deberíamos ayudarnos mutuamente”.
Mohamed, a aparte de cuidar a estos niños, también debe velar por su hijo bilógico quien nació con enanismo y osteogénesis imperfecta.
Ahora debe enfrentar sus propios problemas, el año pasado fue diagnosticado con cáncer de colón tipo 2. En referencia a su diagnóstico dijo:
“No tenía familia conmigo y estaba asustado. Sentí lo mismo que sienten los niños. Ellos estaban solos con situaciones peores. Si tengo 65 y tengo miedo, ¿Qué pasa con ellos?
La historia de Mohamen ya ha hecho más eco en varios lugares del mundo, si deseas colaborar con su causa puedes hacerlo a través de la cuenta GofundMe. Sus acciones no son más que el reflejo del infinito amor que habita en su corazón.
Este tipo de personas, las que no presumen, actúan sin prometer y nunca esperan nada, son las que nos sorprenden con sus acciones. Comparte y hagamos posible que todos conozcan esta loable labor.