Para nadie es un secreto la situación actual de nuestro planeta. Cada segundo que pasa vamos perdiendo grandes bosques, como consecuencia de la deforestación.
En este contexto, surge la importante necesidad de reforestación del territorio para frenar está pérdida de ecosistemas comunes. Haidar Ali, es un hombre dedicado a preservarlos. Su esfuerzo significó una de las hazañas más sorprendentes de los últimos tiempos en materia ecológica.
En una zona ubicada en Senegal, donde los manglares prácticamente se habían desvanecido, Haidar El Ali, de origen libanés se hace presente enfocado en darles vida. Desde que tenía 25 años, este hombre se ha encargado de propiciar el hogar natural de peces, moluscos y cangrejos.
Vale decir que esta iniciativa ambientalista llevada a cabo por El Ali favorece enormemente la economía de Senegal, un país, como sabemos, sumamente golpeado por la crisis. Por lo tanto, ni qué decir que la misma tuvo comienzos modestos. Felizmente, hoy en día es una realidad en favor del ecosistema.
Como buen libanés, Haidar El Ali se reunía todas las mañanas con su padre para compartir su acostumbrado café hasta que, transitando por una calle tuvo una extraña sensación. Fue una especie de desdoblamiento que lo impactó muy profundamente.
“De repente me vi sentado en el lugar de mi padre esperando a mi propio hijo”, dijo El Ali.
En ese momento, toda su vida como hombre de negocios pasó como un film noir ante sus ojos. Una vez llegó hasta el lugar donde se encontraba su padre esperándole, solo le alcanzó a decir: “papá, necesito darle un nuevo sentido a mi vida”.
Tan grande e inédita fue para El Ali aquella sensación de seguridad en sí mismo, que al día siguiente renunció a su lucrativo trabajo como comerciante, frente a la vista impávida de sus compañeros y colegas.
Todos se preguntaban la razón de su cambio, incluso él mismo no lo tenía del todo claro. Pero, lo cierto es que fue la mejor decisión de su vida. Encontró su verdadera vocación.
La preservación de los espacios naturales fue su Norte. La Madre Tierra lo motivó de manera tal que se preparó y formó como instructor profesional de buceo en Francia para, posteriormente, abrir su propia empresa de submarinismo en Dakar.
El mar le mostró al libanés una infinidad de situaciones adversas para el ecosistema que le impulsó aún más. Así, El Ali se dio a la tarea de denunciar a voz en cuello la manera cómo el propio ser humano se está destruyendo a sí mismo, sin saberlo.
“Lo que realmente quería hacer era hablar de cómo estábamos destruyendo nuestro océano”, añadió.
Filmó todo lo que veía bajo el agua: la manera perversa cómo los ecosistemas naturales estaban siendo degradados por la actividad humana. Llevó estas imágenes a las aldeas y luego a los medios de comunicación, que terminaron siendo muy difundidas en todas partes del mundo.
El Ali terminó por convertirse en un ecologista íntegro y convencido de la necesidad de revertir la decadencia de nuestro hábitat natural. Hoy en día es muy reputado, sobre todo en África.
Sabe los múltiples desafíos que han tenido que enfrentar los bosques y manglares senegaleses, de la sequía pertinaz que se instauró en el país, luego de la deforestación indiscriminada que acabó con miles de acres de árboles.
Consciente de su deber y por su propia cuenta, El Ali replantó cientos de aldeas de cangrejos, peces y aves en los manglares de Casamance. De hecho, se radicó desde 2008 en la zona y continúa dedicado a protegerla. Su labor es modelo a seguir para salvar a nuestro planeta y nuestra propia especie.
Cuidemos de nuestra madre tierra, ella nos ama inconmensurablemente.