La particular historia de Jessica ha sorprendido a muchas personas, ella mantenía una relación amorosa con otra mujer, soñaba con ser madre y en 2005 se convirtió en la primera madre lesbiana que había conocido tras el nacimiento de su hija.
Junto a su pareja decidió tener cuatro hijos, eligieron sus nombres y emprendieron un difícil camino para conseguirlo a través de tratamientos de fertilidad que lo hicieran posible.
Se dirigieron a un banco de esperma donde los donantes anónimos habían firmado documentos que legalmente les impedían buscar la custodia de los hijos que procrearon.
En el banco aportaban a las mujeres información sobre el historial de salud del donante, no había fotografías suyas, pero, aun así, Jessica consideraba que obtenía los datos necesarios.
Habían transcurrido siete meses cuando Jessica estaba esperando a Alice, su primera hija.
Cuando llegó el momento de buscar los próximos tres hijos, Jessica y su pareja decidieron usar la misma información genética así que solicitaron esperma del mismo donante.
Así que 18 meses después nació la segunda hija de Jessica, pero lamentablemente cuando Alice tenía tres años y su hermana uno, la relación de su madre terminó.
Tiempo después, la ex pareja de Jessica bloqueó a Alice de su teléfono y cortó todo tipo de comunicación con ella, durante unas vacaciones que pasó con su hija menor la secuestró y se negó a devolverla.
Alice sentía mucha curiosidad por conocer su herencia genética, le pidió a su abuela un kit de pruebas de ADN como regalo de Navidad cuando tenía 11 años.
Pudo localizar la fecha de nacimiento y graduación universitaria del varón que habría fecundado con su donación el óvulo de su madre, tras su investigación logró identificar a su padre biológico: Aaron Long.
Acordaron ser amigos a través de las redes sociales, Aaron le envió la historia de su vida escrita en 50 páginas. “Había pasado varios años en una ciudad donde vivíamos. ¿Cuántas veces habríamos caminado junto a él en el supermercado?”, dijo Jessica.
Meses más tarde, Bryce y Madi, dos hijos que tuvo Aaron se pusieron en contacto con Alice y acordaron visitar a su padre, Alice estaba muy interesada en conocerlos y comprobar si se parecían a su padre, así que su madre le dejó ir.
Los hijos de Aaron comenzaron a demandar su cariño, Jessica se sintió orgullosa del donante que había elegido.
Así fue como sin imaginarlo surgió la atracción que se convirtió en amor, actualmente viven en el mismo edificio, y son muy felices. Aaroon deja la puerta abierta para recibir a los posibles hijos biológicos que tenga que presume podrían ser 67.
«Es como si estuviera viviendo una historia de ciencia ficción», dijo Jessica. Realmente es una historia impresionante, no te vayas sin compartirla.