Cuando alguien arriesga su vida desinteresadamente por ayudar a otros y muere, es indescriptible la magnitud de la pérdida. Así le ocurrió a un voluntario en Australia mientras ayudaba a combatir un incendio, y los bomberos le rindieron honores póstumos.
Andrew O’Dwyer, un australiano de 32 años, y padre de una niña de diecinueve meses de nombre Charlotte, estaba preocupado por la voracidad de los incendios que la azotaban el país, y decidió prestarse como voluntario de bombero para colaborar en todo lo que pudiera.
El hombre trabajó afanosamente contra el incendio, al lado de su compañero Geoffrey Keaton.
A finales del año pasado, en plena actividad en el suroeste de Sidney, el camión donde ambos estaban cumpliendo sus labores impactó contra un árbol. El vehículo rodó por una colina, y tanto Andrew como Geoffrey perdieron la vida.
El Servicio de Bomberos Rurales de Nueva Gales del Sur reconoce y recuerda con mucho orgullo a Andrew por su entrega, y se realizó una ceremonia para rendir honores póstumos al caído en el cumplimiento de sus labores.
La pequeña Charlotte, de 20 meses, fue quien recibió la distinción en nombre de su padre fallecido.
«Charlotte debería saber que su padre era un hombre desinteresado y especial, que solo se fue porque era un héroe«, dijo el Comisionado Shane Fitzsimmons a la pequeña.
Andrew y su pequeña Charlotte
Cuando finalizó la ceremonia los integrantes del cuerpo de bomberos se formaron e hicieron una guardia de honor. El féretro con los restos del voluntario fue subido a un vehículo y todos sus compañeros lo vieron alejarse. Fue un momento de tristeza y emotividad.
Entre los funcionarios que participaron en la solemne ceremonia estaba el primer ministro Scott Morrison, la primera ministra de Nueva Gales del Sur Gladys Berejiklian, el ministro estatal de servicios de emergencia David Elliott y el diputado federal laborista Chris Bowen,
Hacia una semanase había realizado el servicio para el Capitán Adjunto Geoffrey Keaton. En ese momento Fitzsimmons colocó una medalla de reconocimiento en la camisa de Harvey, el hijo de Geoffrey. Es un elogio póstumo por la valentía y el servicio prestado.
El primer ministro Scott Morrison reconoció públicamente que ambos hombres sacrificaron sus propias vidas en cumplimiento de su deber.
«Defienden valientemente a sus comunidades con un espíritu inigualable y una dedicación que los distinguirá para siempre entre nuestros australianos más valientes», expresó Morrison.
También dirigió unas palabras de aliento y buenos deseos a los bomberos y voluntarios heridos.
«Su sacrificio y servicio salvando vidas y salvando propiedades serán recordados para siempre. Les deseo a los heridos lo mejor en su recuperación», agregó el primer ministro.