Algunas historias superan la capacidad de asombro. La imaginación del ser humano puede llegar a tener un alcance impredecible, es lamentable cuando se usa para saciar intereses personales que atropellan el bienestar de otros.
Gayle Newland, una joven inglesa de 27 años, habitante de Willaston, Cheshire, condenada a 6 años de cárcel en su segundo juicio. Fue acusada de por mantener relaciones sexuales mientras se hacía pasar por hombre.
La víctima resultó ser su amiga. Gayle la penetraba con un pene protésico y le exigía que en cada encuentro tapara sus ojos con una venda.
Lo increíble de este caso no sólo está en la planificación de los distintos encuentros sino en el desarrollo de cada uno de ellos. Definitivamente se trata de una situación de comportamientos tan extraños y muy contradictorios.
David Stockdale, juez de Mánchester afirmó que la verdad a veces puede ser más extraña que la ficción, mientras reflexionaba sobre la sentencia dictaminada a Gayle.
Manifestó que la verdad que se predicó en este caso era sorprendente y causaba una gran molestia. Para él, así como para muchos resultó muy difícil creer un engaño tan dañino para la victima una vez que fue descubierto.
Gayle fue declarada culpable de haber cometido 3 delitos de agresión sexual bajo una falsa identidad creada en Facebook. Usaba un pene protésico para tener relaciones sexuales con su víctima, quien dijo que desconocía la verdadera identidad de su pareja porque siempre se colocaba una venda.
Esta joven inglesa se hacía llamar Kye Fortune. Con fotografías y videos de un americano creó un perfil ficticio en Facebook, donde fingía ser un hombre de con una mezcla de entre la nacionalidad filipina y otra latina.
Para cada uno de los encuentros con su amiga, la víctima, esta se colocaba una venda previo acuerdo y exigencia del supuesto Kye. Un día esta chica se quitó la venda y fue cuando descubrió que se trataba de un engaño.
El argumento que usaba Gayle, bajo la identidad de Kye era que estaba emocionalmente vulnerable por su apariencia. Le hizo creer que padecía las consecuencias de un tratamiento para el cáncer.
Gayle alegó que ambas eran homosexuales y se encontraban en una lucha interna para determinar su sexualidad. También negó haber ocultado su verdadera identidad.
Inicialmente esta joven graduada de la Universidad de Chester con un título en marketing y escritura creativa, fue condenada por 8 años de cárcel en noviembre del 2015.
Pero esta sentencia fue anulada por el Tribunal de Apelación en diciembre del año pasado por considerarse un caso que había sido sesgado a favor de la fiscalía.
La defensa argumentó que quien demandaba estaba plenamente consciente que Gayle y Kye eran los mismos, sin embargo, la fiscalía no estuvo de acuerdo y consideró que cuando la demandante descubrió que su novio era una amiga cercana, sufrió un impacto emocional y psicológico negativo.
El primer juicio fue considerado como un caso sin precedente. Pero el segundo dio la impresión de un cuento moderno sobre la soledad y el amor en la era digital de 2 mujeres reales y un hombre inventado en un mundo virtual.
Kye le presentó en línea a su supuesta mejor amiga, que resultó ser la misma Gayle. Tras conocerse estas dos mujeres resultó que la víctima encontró que ambas tenían muchas cosas en común. Compartieron actividades, pero lo que más le gustaba era que él confiaba plenamente en ella.
La víctima comentó que pasó más de un año para Kye accediera a conocerla. El primer encuentro fue en un hotel de la cuidad, donde tuvieron relaciones sexuales. Esto se repitió al principio en un hotel, y luego durante algunos meses en el apartamento de la víctima.
Siempre había que cumplir ciertas reglas que eran parte del acuerdo para que estos encuentros pudieran ser reales.
Entre las condiciones sin derecho a negociación estaba el uso de las vendas en los ojos, la prohibición de que la víctima lo tocara, alegaba que tenía heridas en el cuerpo, que estaba vendado a causa de una boquilla atada a su corazón y usaba un traje que le permitía regular los latidos de su corazón.
Inexplicablemente, esta mujer aceptó las condiciones extrañas por amor. Hasta que un día se quitó la venda de los ojos y pudo ver realmente el rostro del supuesto Kye, que en realidad era su mejor amiga, Gayle.
¡Una verdadera locura!… es una historia que se inclina más a la ficción que a la realidad.
Gayle, no es la primera inglesa acusada de agresión sexual luego de hacerse pasar por un hombre. Son varios los casos de engaño de género. En el 2012, Gemma Barker, de 20 años, en el 2013, Justine McNally y Christine Wilson, y en el 2016 Jennifer Staines.
Es evidente que las redes sociales representan un trampolín que favorece la propagación de casos como este. Las distintas plataformas aseguran que están en una constante lucha para hacer frente a las identidades falsas.
La prueba que más incriminó a la demandada fue la declaración de otras 3 mujeres que confirmaron que fueron engañadas por Kye Fortune bajo relaciones virtuales.
Gayle se aterrorizó con la sentencia, no podía creer que iría de nuevo a prisión como una delincuente sexual.
Sin lugar a duda se trata de una historia muy confusa y extraña, pero es importante compartirla, deberían controlar las identidades falsas en las redes sociales.