Superar un pasado signado por el vicio y la decadencia moral y física que el mismo conlleva, no es tarea fácil.
Para nadie es un secreto que el abuso de sustancias y la falta de diagnóstico y tratamiento inciden negativamente en todos los aspectos de la vida, tanto individuales como familiares, ocasionando sufrimiento y destrucción de la propia vida y la del entorno.
Sin embargo, sortear esta difícil situación es difícil, mas no imposible. Así no los ha demostrado Robert.
Un hombre que con su entereza, decisión y amor por la vida logró cruzar la delgada línea entre la vida y la muerte, después de verse a punto de sucumbir en el infierno de las calles, a manos de la enfermedad que más destruye: la adicción.
El hombre de 40 años tuvo una vida bastante complicada desde siempre. Sus padres discutían y se agredían mutuamente, lo que la mayoría de las veces replicaban en él, al punto que, en un intento por escapar de los abusos constantes de sus progenitores Robert, casi sin darse cuenta se hizo dependiente a cierto tipo de sustancias ilícitas.
Tanta era su desesperación por conseguirlas que, en una ocasión intentó robar una gasolinera con un arma falsa y después un banco, hechos que lo llevaron a pasearse 6 años por prisión.
Lejos de institucionalizarse, volverse parte del ambiente carcelario y ser aún más hostil para la sociedad, Robert VanSumeren enmendó su camino.
Y le demostró al juez que lo encerró hace 20 años atrás que sí se puede cambiar. Que todos, sin excepción a nuestra condición, estamos en este mundo destinados para grandes cosas.
Y es que 20 años después, ese mismo juez tenía ante él, no solo a un hombre libre, sino a un abogado a quien, con expresión de un orgullo casi paternal, escuchaba jurar como todo un profesional del Derecho.
En la sala sentados en la parte de atrás, su familia estaba ansiosa y orgullosa y él. Nervioso, veía como los años de lucha y esfuerzo por fin llegaban a un final feliz.
Robert VanSumeren durante su ceremonia para jurar como abogado
“Después de mucho sufrimiento decidí torcerle la mano al destino y enmendar el rumbo de mi vida”, expresó VanSumeren.
En una demostración de perseverancia y deseos de superación, 10 años después de su encarcelamiento, el hombre tenía dos títulos universitarios en Humanidades, por lo que el mismo sistema penal que lo encarceló le inspiró para que estudiara leyes.
Robert con el juez Michael Smith
“Aun cuando comencé mi maestría, la carrera de leyes seguía en mi cabeza, pero no sabía si iba a ser capaz de lograrlo”, dijo Robert.
Ahora, en una vuelta de tuerca del destino, sus antiguos y odiados jueces y persecutores serían sus maestros, lo que, lejos de amedrentarlo utilizó como fuerza y empuje para graduarse y hacer la diferencia.
Tras jurar como un nuevo abogado de la República, la sala se llenó de aplausos, algo que el juez permitió por lo especial de la ocasión.
Robert y su familia
Nunca es tarde para cambiar y recoger nuestros cristales rotos del pasado; nada es imposible, siempre existe tiempo para frenar y regresar un poco a lo que de verdad queríamos aprender, hacer o ser, no hay más límites que los que nos pongamos a nosotros mismos.
Comparte esta emocionante historia de superación personal con tus mejores amigos, familiares y toda tu gente querida. Recuerda que, en el otoño se pueden caer las hojas, pero siempre el árbol continúa de pie.