A muchos nos encantaría encontrarnos durante un paseo por la playa con un pequeño fósil prehistórico. Muchas veces, vemos una pequeña concha de extraña forma, sin poder resistirnos a recogerla y llevárnosla a casa como un objeto de colección.
Y es que, son muchos los tesoros que alberga el mar insondable, que son arrastrados a la orilla por el vaivén de las olas. Esto fue lo que les sucedió a Jodie Crews, de 38 años, y a su hija Isabella, de 8, quienes se sorprendieron al toparse con una curiosa forma rocosa en la orilla de la playa de Deal, Reino Unido, donde residen.
La madre y su hija pensaron que podría tratarse de un fósil por descubrir, por lo que, emocionadas, no dudaron en llevárselo consigo para colocarlo como un adorno en la mesa principal de la sala de su casa.
Ilusionada con el peculiar hallazgo, Jodie publicó una serie de fotografías del objeto en diversos foros de arqueología especializados en fósiles. Finalmente, obtuvo las respuestas que buscaba acerca del origen del misterioso caracol, pero no precisamente de parte de los facultados en el tema.
Curiosa por descubrir el origen del misterioso objeto, Jodie lo empujó con un alfiler y vio salir humo de ella. Lo que nunca se imaginó es que, en realidad, no se trataba de un fósil marino, una concha o un hueso de dinosaurio.
Nadie en el foro acertó. Era nada más y nada menos que una granada que databa de la Segunda Guerra Mundial y que, cuando fue colocada encima del fregaderoestalló. Jodie dejó la granada en la cocina y salió corriendo justo antes de la explosión. Por fortuna, nadie resultó herido por el accidente.
El susto fue mayúsculo, ya que la imprevista explosión podría haberlas matado a ambas. Tras intentar controlar el fuego con una toalla húmeda sin resultado, lo único que se le ocurrió fue salir corriendo y salvar a su hija, a sus mascotas y a la casa. La explosión de la vieja granada no fue instantánea, lo que dio tiempo a todos de salvarse.
“Se convirtió en una bola de fuego. Mi hija empezó a llorar y salió corriendo por la puerta trasera. Yo cogí la granada y la tiré en la fregadera. Simplemente, intentamos sobrevivir”, dijo Jodie a la prensa.
Entre tanto, los vecinos, alarmados por los gritos la ruidosa explosión, llamaron a los bomberos. Estos se presentaron rápidamente en el sitio y lograron sofocar el pavoroso incendio. Por fortuna, el artefacto explosivo terminó por apagarse, aunque provocó que algunas de las ventanas de la cocina se hicieran añicos.
El riesgo que corrieron ambas ha hecho a la madre replantearse el regalo de Navidad para Isabella, ya que la pequeñita le ha estado insistiendo desde hace meses sobre su deseo de un detector de metales.
“Después de lo que ha pasado, creo que estará mejor con una Nintendo Switch”, bromeó Jodie.
De seguro que esta madre y su hija difícilmente podrán olvidar este espantoso episodio que, sin querer, pudo haberse convertido en una tragedia. Hoy Jodie y su hija continúan con sus vidas a salvo, jugando en el jardín de la casa con sus cuatro gatitos y los dos perros de la familia que residen con ellas.
De ahora en adelante, fíjate muy bien en las cosas que te encuentras tiradas por allí y que decides llevarte a tu casa de recuerdo. Comparte esta afortunada historia con tus seres queridos y amistades.