El cáncer afecta a muchas personas, generalmente quienes son diagnosticadas reciben la noticia con miedo, o se quedan en shock. Todo lo contrario, le pasó a una mujer en Nueva York, que tenía un cáncer de seno avanzado y buscó todas las formas posibles de luchar contra su enfermedad.
Karen Peterson es una trabajadora social de 54 años que vive en Harlem, Nueva York. A los 49 años decidió divorciarse de su esposo y empezó a dedicar su tiempo a compartir momentos agradables con amistades y familiares.
Su familia tenía antecedentes de cáncer de mama y ovarios; sin embargo, ella no quería pensar que podría pasar por eso. Su abuela falleció con 45 años, y en promedio la mayoría de sus parientes diagnosticados apenas llegaron a los cincuenta.
A sus 49 le tocó hacerse una mamografía de rutina, los resultados fueron crudos: tenía cáncer de mama. Necesitaría una tumorectomia pero estaba a punto de cumplir sus cincuenta años y quería estar viva para ese día.
“Mi cumpleaños es el 24 de febrero, así que no tuve mi cirugía inicial, que fue una tumorectomía, hasta marzo. Quería asegurarme de vivir hasta que tuviera al menos 50 años”, comentó la mujer.
Pensaba que le aplicarían radiaciones y todo estaría bien; pero, los estudios patológicos arrojaron que su tipo de cáncer era triple negativo en etapa 4, y mostraba muchas probabilidades de reincidencia.
No quiso correr riesgos, optó por una mastectomía doble, después de cuatro sesiones de quimioterapia. Un análisis de sangre y la tomografía indicó que había metástasis en su columna vertebral. costillas, pulmones y también en la pelvis.
Karen no se desanimó, sacó fuerzas y se motivó para seguir luchando. Indagó sobre nuevos procedimientos clínicos, aprendió sobre las pruebas genómicas, basadas en la identificación del ADN dentro del tumor.
Su oncólogo hizo sus propias averiguaciones, y supo de un ensayo que se realizaría con inmunoterapia. Karen comenzó el proceso a su propio riesgo, a los dos meses tuvo síntomas de decaimiento, gripe y fatiga crónica.
Pero su alegría fue mayúscula cuando, después de las evaluaciones posteriores, los médicos reconocieron que los tumores habían sufrido una reducción de un 72%.
A los pocos meses se le realizó una tomografía computarizada y todo estaba bien.
«Nunca me di por vencida, mira donde estoy ahora. No dejaré de luchar por una cura”, dijo la optimista mujer.
Su radiólogo no ha encontrado tumores en los órganos donde antes se habían diseminado. Le harán análisis de sangre cada tres meses como control.
Se siente feliz de no haber sido conformista, ahora está bien y comparte su experiencia con mujeres del mundo entero que están pasando lo mismo para que se motiven a buscar y manejar sus diagnósticos.
«Me siento afortunada y humilde. Fui resistente para poder abrirme camino a través de los obstáculos. Me aferré a la fe para comprender las opciones que tenía y usar las herramientas que estaban disponibles para llegar a donde necesitaba estar», compartió Karen.
Hermoso ejemplo de valentía y ganas de vivir. Karen demostró que a pesar de las adversidades podemos salir adelante.
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