La amputación de una extremidad es una pérdida real muy difícil de asumir, por lo que suele ser la última opción tanto para los médicos como para el paciente.
La actitud para enfrentar el trauma de un cambio tan abrupto e irreversible es muy personal, exige tomar conciencia de sí mismo y determinación para superar los desafíos físicos y emocionales que conlleva.
Mark Holmgren, es un hombre canadiense que después de haber vivido durante más de dos décadas con su brazo inmóvil, tuvo que asumir su pérdida, pero quiso conservar el esqueleto de su miembro amputado para convertirlo en un elemento decorativo que conserva en su casa como recuerdo.
Su peculiar historia le ha dado la vuelta al mundo desde que se hizo viral en las redes.
Mark tenía 17 años cuando sufrió un grave accidente conduciendo una moto. Los nervios de su hombro resultaron gravemente dañados causándole crónicas dificultades de movilidad en su brazo derecho.
Él se negó a amputarlo creyendo que podría recuperar la movilidad y la sensibilidad de su brazo con los avances de la ciencia médica.
Pero nada de ello ocurrió, así que finalmente cedió, contactó a los médicos del Hospital de la Universidad de Alberta para llevar a cabo el procedimiento, pero no quiso separarse del brazo para siempre, y pidió a los cirujanos que guardaran su extremidad.
Tras firmar los permisos necesarios sobre su solicitud inusual, un mes después de la operación, Mark regresó al hospital para recuperar la extremidad que llevó a casa.
«Lo saqué del hospital en una bolsa de basura», recordó Mark.
«De hecho, lo guardé en mi congelador durante aproximadamente un mes».
«Quería hacer algo interesante con mi brazo», explicó a la emisora de radio canadiense CBC. «Siempre he visto decoraciones de Halloween con esqueletos y calaveras sosteniendo ceniceros y cosas así. De ahí es de dónde saqué la idea».
Su plan para conservar el brazo permanentemente consistió en contactar a un taxidermista que disecase el esqueleto, pero encontrar uno dispuesto fue más difícil de lo previsto. Los dos primeros se negaron de inmediato.
«No había forma de que trabajaran con partes humanas».
Después de varias semanas de búsqueda, encontró a Danielle Swift, la taxidermista que dirige, junto a su marido David, el local Legends Taxidermy & Skulls en la ciudad canadiense de Drayton Valley.
«Mark me trajo el brazo pero tenía que asegurarme de que era suyo. No queremos que nadie venga trayendo extremidades de origen desconocido», bromeó la mujer.
Los expertos no sometieron el brazo a la práctica que habitualmente se hace con los animales disecados para que tengan una apariencia realista. Tras limpiar y pulir los huesos con la ayuda de una legión de insectos y escarabajos, Mark lo recibió justo para Navidad como si de un regalo se tratase.
En su página de Facebook, Legends Taxidermy señaló: “Lo más destacado del año ha sido trabajar en este increíble proyecto con el que fuimos honrados. Nuestro cliente Mark sufrió un trágico accidente y nos pidió que limpiáramos su brazo. Es lo más extraño que hemos hecho, pero nos sentimos satisfechos al ver el resultado”.