Se cuentan por millones el número de personas en el mundo presas de padecimientos poco comunes, que pasan desapercibidas a los ojos de los demás, ya sea por indolencia o por simple ignorancia de la historia que hay detrás de cada alma. Muchos sucumben, pero otros se superan con constancia y resiliencia.
En este sentido, el caso de una venezolana de nombre Katrina Parra, es ejemplar. Se trata de una paciente con porfiria aguda intermitente, cuyo diagnóstico fue muy difícil de definir por el desconocimiento sobre esta patología en su país de origen.
Todo comenzó cuando Katrina, de 26 años, sintió un intenso dolor abdominal, ansiedad y vómitos después de tomar una píldora anticonceptiva Yazz, de la marca Bayer.
En el año 2012, en la víspera de Navidad, ingresó al hospital muy débil permaneciendo en la unidad de cuidados intensivos. Tenía septicemia, pero había algo más que los médicos luchaban por detectar.
“Me pusieron en una habitación y no le permitieron a nadie visitarme a menos que estuvieran completamente cubiertos para poder protegerme. Los médicos me hicieron muchas pruebas, pero los síntomas empeoraron, vomitaba, alucinaba, tenía dolor abdominal y en las piernas, me estaba volviendo loca”, relató la joven.
Perdió las ganas de vivir mientras lidiaba contra intensos dolores sin poder moverse. “Empecé a paralizarme, me puse tan mal que ni siquiera podía mover la lengua. Me pusieron de nuevo en cuidados intensivos, pasé días completamente despierta, pero sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo. No podía hablar, ni moverme, mi cuerpo tenía dolor, solo quería morir”.
Después de 8 meses de la aparición de sus síntomas, a Katrina le diagnosticaron el trastorno genético AIP. Una enfermedad que se produce cuando una mutación afecta la capacidad del cuerpo para producir el hemo compuesto que transporta oxígeno en los glóbulos rojos que tienen un papel fundamental en el sistema inmunológico del organismo.
Los ataques como los que sufrió Katrina, pueden ser causados por fármacos, alcohol, o infecciones. No hay cura para esta enfermedad, pero puede controlarse suspendiendo el fármaco que la causa y administrando inyecciones de glóbulos rojos.
Desde que Katrina recibió el diagnóstico y determinaron la causa dejó de tomar las pastillas anticonceptivas.
Katrina se vio tres veces en un macabro juego de ajedrez cara a cara con la muerte, convaleciente en una cama. Ahogada en sus lágrimas, se sentía desconsolada al no saber si volvería a ver a su familia.
Sin embargo, su espíritu indoblegable y su amor por la vida hicieron de Katrina un ejemplo para muchas personas que sufren como ella, y que a veces sienten ganas de dejarlo todo y tirar la toalla.
Después de 5 meses inmóvil, con ayuda de su fisioterapeuta, Katrina se puso en pie. No pudo contener las lágrimas al ver que había logrado algo que parecía imposible.
Su actitud ante su realidad ha sido clave en su recuperación. Su deseo de levantarse de sus cenizas, la manera cómo ha enfrentado su problema, además de la excelencia en atención médica que ha obtenido, han hecho que hoy, Katrina sea una joven activa y saludable.
Katrina se mudó de Venezuela y emprendió una nueva vida en España.
Desde ese país, lidera una comunidad digital de pacientes con porfiria, donde intercambia información y experiencias. Su mayor anhelo es fundar una organización en su país natal para visibilizar a quienes padecen la enfermedad.
La chica de 21 años no podía moverse del cuello hacia abajo. Sin embargo, nunca se rindió, hasta que llegó a convertirse en instructora de Fit Combat.
Mitad gimnasia, mitad lucha, en esta disciplina sí que mueve todo su cuerpo.
“La actitud lo es todo”, dijo Katrina en una entrevista con un canal mexicano, en un claro mensaje para quienes, como ella, deben pasar por momentos tan duros.
Gracias a mucha fisioterapia, mejoró día tras día. Así fue como Katrina demostró que, ni el mejor tratamiento surte efecto si no creemos que somos capaces de superar cualquier adversidad.