Cuanto tenía 16 años, una joven argentina llamada Jasmín decidió que había llegado la hora de dar un cambio en su vida. Vivía con una familia que le daba tratos injustos y sentía que ya no podía más.
En varias ocasiones intentó denunciar lo sucedido, pero cada vez que confesaba la situación de su hogar, todos sus conocidos le cerraban las puertas. Finalmente, se armó de valor.
“Cuando hablé, se me cerraron un montón de puertas y la familia tapó todo. El feminismo me prendió una lucecita y pude salir”, recuerda Jasmín.
Llenó una mochila con su ropa y le dijo a su hermana que se iría a hacer donaciones. Su único plan era tomar un tren y alejarse lo más pronto posible de su familia.
Finalmente, conoció a dos voluntarias que la acompañaron en una defensoría y comenzó a vivir en un hogar para jóvenes sin padres.
Fue el mejor año de su vida pero sabía que no contaba con mucho tiempo. Al cumplir los 18 ya no podría vivir allí y tendría que abrirse camino en el mundo.
“Es el segundo abandono”, dijo Jasmín sobre la dura situación que muchos jóvenes del Hogar enfrentan a los 18.
Los niños que salen de los hogares al cumplir la mayoría de edad deben enfrentar enormes riesgos. No cuentan con trabajos, educación ni un sistema de apoyo emocional.
Es por eso que en Argentina se creó la ley de Egreso. La ley implementa un sistema conocido como Programa de Acompañamiento para el Egreso de Jóvenes sin cuidados parentales (PAE). Gracias a este importante cambio que se implementó hace tan sólo 4 años, Jasmín consiguió la ayuda que tanto necesitaba.
Antes de cumplir los 18, Jasmín se concentró en sus estudios y realizó tantas actividades extracurriculares como pudo. Finalmente, formó parte del PAE y allí consiguió el apoyo que siempre había buscado.
Vivió con una adulta que era su Referente y compartió con un grupo de mujeres que se han convertido en una parte fundamental de su vida.
Un par de años después consiguió su propio apartamento y todavía lo está pagando a cuotas. Tiene dos trabajos y estudia para convertirse en trabajadora social.
“En esa casa había mucho amor. Empecé a trabajar y terminé la secundaria”, explicó Jasmín.
Son muchos los jóvenes que necesitan de un apoyo para poder convertirse en adultos exitosos. Hay miles que no cuentan con una familia o los recursos económicos necesarios para abrirse camino en un mundo tan difícil.
La maravillosa superación de Jasmín es un verdadero ejemplo de las medidas que hay que implementar y reforzar en el mundo entero.
Une tu voz y comparte esta nota para celebrar lo lejos que ha llegado la valiente Jasmín.