La pandemia ha inundado las redes sociales de historias tristísimas de personas que pierden la batalla contra el coronavirus. Y en Brasil una mujer hizo todo lo que estuvo a su mano para salvar a su hijo y quedó prácticamente en la calle, pero el final causó consternación.
Solo quería mantener con vida a su hijo
João Vitor Guido da Silva se contagió de COVID-19; su madre, Rogeria Guido da Silva, se enteró de que algo estaba mal cuando paseaban y no pudo completar el trayecto. Cuando tuvo fiebre, Rogeria decidió llevarlo a la Unidad de Atención de Emergencia (UPA) en la región de Eden, pero se le dio de alta sin hacerle ningún examen.
«Solo me dio un medicamento para que me lo llevara en casa, uno antialérgico», comentó la madre.
Al final de esa semana al joven se le puso una uña morada, lo llevaron a un hospital privado y le realizaron una tomografía, tenía el 25% del pulmón comprometido y la prueba COVID-19 dio positivo. El primero que se contagió en el hogar fue el padre, a pesar de todas las precauciones el hijo también enfermó.
«La habitación de Joao está separada. Solo bajó a la casa a comer, porque lo estábamos cuidando, porque tenía sobrepeso y otras condiciones que lo hacían vulnerable», agregó la mujer.
Dieron las indicaciones para ser cuidado en casa, pero empeoró y tuvo que ser trasladado de nuevo a la UPA en Edén, la larga fila de personas para ser atendidos hizo que fueran al hospital privado donde le habían hecho la tomografía.
«Su saturación era del 70%, le pusieron oxígeno en urgencias», explicó Rogeria.
Esa noche le informaron que su hijo se agravó, el 50% de sus pulmones estaban comprometidos, necesitaba ingresar a la UCI. Tuvieron que incluir su expediente en la fila del Centro de Regulación de la Oferta de Servicios de Salud (Cruz) pero la vacante no llegó nunca.
Se comunicaban por mensajes de texto y trataba de calmarlo, él quería que lo sacaran de allí. Fue empeorando y lo entubaron en un cupo que consiguieron en la UCI después de varios días. Comenzó a mejorar, le quitaron los tubos, de nuevo se complicó y lo intubaron durante una semana.
El médico la llamo para decirle que sería extubado nuevamente y solo tocaba rezar, ella pudo visitarlo, la miró y le dijo que la amaba mucho. Ella le respondió que también lo amaba y lo extrañaba. Después lo llevaron a la sala no COVID porque ya no transmitía el virus, pero estaba delicado.
Tenía una herida infectada en la espalda, le pusieron ventilación mecánica, ella lo visitó, pudieron hablar y lo abrazó. Al otro día en la madrugada le avisaron que se había complicado. No tuvo el valor de subir a la habitación, cuando el esposo, y su hija bajaron, vio en su rostro que algo malo había ocurrido.
El joven tuvo un paro cardiopulmonar, los médicos y las enfermeras se entristecieron y lloraron. Estuvo veinte días hospitalizado y para cubrir las facturas médicas vendieron su casa a mitad de precio.
Pero a ella no le pesaba, estaba feliz de haber vivido 22 años con su hijo, era un ser noble, educado y humilde; lo recordará para siempre.
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