El pequeño Josh solo tenía dos años cuando su vida cambió para siempre, en julio de 2016 fue atacado por un virus que lo dejó por poco más de un año enfrentando un largo tratamiento de rehabilitación.
Su madre Karen Waterworth, temía que su hijo no lograra sobrevivir, pues el virus afectó su médula espinal y le provocó graves dificultades respiratorias. Karen comentó que su hijo mostró los primeros síntomas después de pasar el día con unos amigos.
La familia es de Surrey, Inglaterra.
Al principio pensó que se trataba de un resfriado, pero al ver que su brazo derecho estaba completamente paralizado lo llevó de emergencia al hospital.
“Simplemente se paralizó por completo. Llegamos a casa y, de repente, no podía mover el brazo derecho. Recuerdo que le tendía juguetes y él no podía alcanzarlos”.
Al llevarlo al Hospital General de Epson, los médicos pensaron que el pequeño Josh se había “tirado del codo”, una afección en la que el hueso del brazo se sale de su lugar. Su familia regresó a casa pero en cuestión de horas su condición se había deteriorado.
Sus padres decidieron trasladarlo al Hospital St George en Tooting, al suroeste de Londres, tras una serie de exámenes y una resonancia magnética espinal, le diagnosticaron con mielitis flácida aguda (AFM).
El niño quedó paralizado por un virus similar al polio.
Según Great Ormond Stree Children´s Hospital (GOSH) son brotes que ocurre cada pocos años y afecta la médula espinal, a menudo, poco después de una infección viral leve. Es una afección neurológica bastante extraña que afecta a menores de 18 años.
El diagnóstico era poco alentador, Karen se sentía impotente al ver a su pequeño hijo postrado en una cama, viéndolo luchar por su vida.
“Había inflamación en toda su columna. Fue tan impactante, no era solo una lesión. Fue desde la parte superior, en el tallo cerebral, hasta la columna vertebral.
Muy rápidamente, estaba conectado a un soporte vital. No podía respirar, ni siquiera podía levantar la cabeza. Estaba completamente paralizado. Todo lo que pudo hacer fue mover los dedos izquierdos.
Después de una semana dijeron que podíamos abrazarlo, era como un muñeco de trapo. Fue absolutamente impactante”.
Sus padres temían lo peor, fueron advertidos que podían perderlo, sin embargo, se mantenían aferrados a la esperanza. Vieron cambios positivos después que Josh recibió un intercambio de plasma, donde su sangre se remplazó con la de un donante.
Desde entonces, empezó a dar grandes signos de recuperación. Logró salir del soporte vital, en diciembre del 2016 ingresó a The Children´s Trust en Tadworth, una unidad de rehabilitación especializada en lesiones cerebrales.
Su mayor deseo es poder jugar fútbol y patear el balón como los otros niños.
El pequeño Josh demostró ser todo un guerrero, pese a haber vencido el virus aún le quedaba un largo camino de fisioterapia y terapia ocupacional, esto lo ayudaría a recuperar el movimiento y la fuerza. Increíblemente, en julio del 2017 salió de la unidad de rehabilitación.
Debido a su condición necesitaba atención todo el día, la familia buscó el apoyo de enfermeras especializadas.
Sus hermanos James y Ryan han sido su principal apoyo.
Poco a poco el pequeño Josh ha salido de ese caparazón en que estuvo atrapado durante casi 5 años. Afortunadamente, está recuperando fuerzas y aprendiendo a caminar de nuevo.
Debido a sus grandes avances es posible que recupere la movilidad del todo, aunque será un proceso lento. Karen destaca que aunque a veces su hijo se frustra siempre le recuerdan lo lejos que ha llegado.
Esta madre quiere advertir a otros padres a estar atentos a todo tipo de señal, una debilidad muscular o simple resfriado detectado a tiempo puede hacer la diferencia. Al respecto destacó:
“Muy tristemente, hay otros niños que no se han recuperado tan completamente como Josh. Si contar nuestra historia puede advertir a otra persona, habrá valido la pena”.
Este pequeño guerrero sigue enfrentado una gran batalla. Está dando pequeños pasos para construir un futuro esperanzador. Nuestras oraciones con están ustedes.
Comparte esta historia para alertar a otros padres a no subestimar ninguna señal o conducta de los pequeños de la casa. Nada es «normal» cuando la salud de nuestros pequeños esta en juego. Un diagnóstico a tiempo puede hacer salvar su vida.