La propagación del coronavirus en más de 120 países ha desatado una emergencia sanitaria que no tiene precedentes, millones de personas se han visto obligadas a permanecer confinadas en sus viviendas.
Las autoridades de cada país han establecido medidas ante la pandemia, para que la población se limite a circular en las calles solamente para circunstancias de extrema necesidad.
Pero el coronavirus no solo está dejando consecuencias devastadoras en el sector sanitario y miles de pérdidas humanas, también ha causado una crisis económica que afecta sobre todo a los más vulnerables.
Ana María Reymundo, de 88 años, trabaja como comerciante informal en el Centro Histórico de su ciudad, cuando le preguntaron si conocía las medidas que implementó el presidente de su país ofreció una respuesta desgarradora.
La mujer de El Salvador, aseguró que si no salía a trabajar no tendría cómo comer. Lamentablemente, un sector importante de la población depende de su oficio para poder satisfacer sus necesidades básicas como la alimentación.
“No quieren que uno salga a trabajar, pero yo no tengo pensión. Y cómo voy a hacer yo, si no salgo a vender no como”.
El presidente Nayib Bukele compareció ante los medios el pasado domingo para ordenar a las empresas que envíen a su personal de la tercera edad y a las mujeres embarazadas a sus casas como medida contra el COVID-19.
“Tienen que ir a sus casas y quedarse ahí, solo pueden salir para cosas estrictamente necesarias”, dijo el primer mandatario.
Ana María asegura que comprende la situación, pero no cuenta con ningún tipo de ayuda. El pasado lunes viajó desde San Pedro Perulapán, el departamento de Cuscatlán hacia el Centro Histórico de San Salvador para vender cestas de plástico. Ese es el recorrido que hace cada día para buscar su sustento a través de la venta de la artesanía en las calles.
Esa es la realidad de muchas personas de la tercera edad que no tienen empleo formal ni reciben algún tipo de ayuda.
Aunque el presidente ordenó que las personas de la tercera edad trabajaran desde sus viviendas, algunos, los que se dedican al sector informal, no pueden adaptarse a esa medida porque no tendrían cómo alimentarse.
“Son medidas necesarias, pero también imposibilitan a personas que tenemos de 60 años para arriba y que no tenemos ni trabajo formal, ni pensión. Tengo que salir a trabajar. Es obligatorio para mí salir a buscar mis clientes”, dijo Miguel Ángel Ramírez, un fotógrafo que se dedica al trabajo informal para sobrevivir.
Miguel Ángel Ramírez, de 68 años, agregó que el gobierno debería tener comisiones que ayuden a personas como él que no tienen una pensión y a quienes la medida de confinamiento les impide adquirir sus alimentos o medicinas.
“Yo puedo obedecer la orden del presidente, pero quién me va a llegar a dejar una bolsa de comida, para que al menos cubra necesidades mínimas para mí y para mi esposa, quién me va a llevar una bolsa de comida para que me alimente 21 días o más tiempo. Queremos que se tomen en consideración a las familias necesitadas del sector informal, la gente que tiene que trabajar para pagar deudas, créditos qué pagar”, agregó el fotógrafo.
Para Ana María y Miguel Ángel, es una situación muy dura, sufren las consecuencias de una baja considerable en sus ventas debido a la cuarentena por el coronavirus.
Miguel Ángel dice que en esta época no hay ningún evento en el que pueda ofrecer sus servicios como fotógrafo.
Miles de personas se han conmovido con la devastadora realidad de estas personas mayores, instan a la población a verificar al salir a comprar alimentos si encuentran a un anciano que necesite ayuda ofreciéndole comida durante su trayecto. Compártelo.