Muchos dicen que nunca llegas a conocer a fondo a tu pareja, ni siquiera con el pasar de los años. Pero para algunos, su supuesto amor de su vida el rato menos pensado puede convertirse en su peor adversario, como si se tratara de la película «Durmiendo con el enemigo».
Es el insólito caso que sucedió en Buenos Aires, Argentina, el domingo pasado cuando María Elizabeth Romero recibió una llamada a su teléfono móvil, que la dejó sin habla. Se levantó sobresaltada al escuchar del otro lado de la línea el más estremecedor mensaje:
«Tenemos a su marido, ha sido raptado».
El sujeto en cuestión era Diego Cibeira, conductor de Uber y pareja de María, quien muy temprano en la mañana habría supuestamente salido a trabajar en su vehículo.
La llamada provenía de un número privado desconocido y el hombre que tenía a su marido le pedía la suma de 100.000 pesos argentinos (2.200 dólares) a cambio de su rescate.
Sin siquiera tener opción a reaccionar, tras colgar, de inmediato le contactaron desde el teléfono de Cibeira y le enviaron fotos del hombre «raptado», con los ojos vendados, las manos atadas y dentro del baúl de un auto.
Afortunadamente, María decidió contactar a la policía e inmediatamente a través de un rastreo satelital lograron dar con el automóvil Volskwagen Surán de la supuesta víctima, el mismo con el que trabaja como chofer de Uber.
La justicia Federal también intervino por su parte, para dar con el paradero de Cibeira, mientras familiares y conocidos se mantenían con el alma en vilo.
La policía finalmente localizó el auto en la zona de Lomas de Zamora y a Cibeira dentro del auto con las manos atadas.
Cuando parecía que la historia había llegado a su fin y su mujer estaba lista para reencontrarse con su marido y agradecer a la policía por haberlo liberado con vida, la investigación siguió su curso y los videos de las cámaras de seguridad revelaron la estremecedora verdad.
Cibeira siempre estuvo solo y entró por sus propios medios al auto.
Fue entonces cuando la policía descubrió las verdaderas intenciones de Cibeira, había planeado su propio rapto para extorsionar a su mujer, por lo que en lugar de devolverlo con los suyos inmediatamente quedó detenido.
Las cámaras de seguridad revelaron el momento en que el hombre estaciona su auto, se baja del asiento del conductor y se mete en el baúl. De hecho, todo parecía salirle perfecto porque al llegar la policía todo habría quedado como «salvamos a la víctima y se lo devolvemos a la familia».
Pero en plenas declaraciones del sujeto, revisaron las cámaras y quedó en evidencia que siempre estuvo solo y nunca hubo tal rapto.
Siguen las investigaciones, pero se presume que tuvo un cómplice y que quedará libre porque en realidad nunca se vulneraron los derechos de nadie, excepto la estafa a la familia. Se desconocen los móviles que tuvo para obrar así, pero como mínimo tuvo que dar cuentas a su mujer por su acto tan vil.
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