La historia de Montana Brown, de Atlanta, Estados Unidos, es muy conmovedora, ella fue diagnosticada con cáncer cuando solo tenía dos años de edad, tenía rabdomiocarcoma, un extraño tipo de cáncer infantil que afecta el tejido muscular.
Ella recibió el tratamiento y las sesiones de quimioterapia en el Centro Oncológico AFLAC, recuerda ver películas infantiles y que sus padres la acompañaron en todo momento para hacer que la experiencia de pasar tanto tiempo en la sala hospitalaria fuera lo más divertida posible para una niña tan pequeña.
Durante un año recibió quimioterapias, y logró vencer el cáncer.
Pero cuando tenía 15 años, lamentablemente la enfermedad reapareció en su cuerpo, Montana había estado durante años participando en gimnasia competitiva y también en torneos de porrista.
No se imaginaron que el cáncer la sorprendería de nuevo, “Acababa de incorporarme al equipo de porristas de mi escuela. Corrí un maratón mientras tenía cáncer y no tenía ni idea. No había síntomas, pero mis padres veían algo diferente en mí y sabían que estaba un poco apagada”.
Así que tras realizarle estudios comprobaron la mala noticia, y Montana asistió al hospital todas las semanas, se sometió a quimioterapia y radiaciones, tuvo que dejar de practicar gimnasia, el deporte que le apasionaba.
Las enfermeras del hospital eran muy amables con ella, “Son tan buenas como cuando tenía dos años, por lo que me cuenta mi madre, eran extremadamente cariñosas y compasivas. Y, simplemente, el amor que me mostraron a mí y a mi familia en nuestro momento de necesidad, realmente me ayudó mucho”, relató Montana.
“Me ayudó a ser tan amable y cariñosa, tan compasiva como lo fueron conmigo”, continuó la joven.
Para Montana no fue fácil, pero con mucha perseverancia, optimismo y al apoyo de quienes tenía alrededor logró superar las adversidades más difíciles. Ahora tiene 24 años de edad y se ha recuperado por completo del cáncer.
Y además, logró cumplir su gran sueño de regresar al hospital donde fue tratada. Pero esta vez por un motivo sorprendente y muy emotivo, ella quería trabajar como enfermera en ese centro de salud donde vivió momentos muy duros y donde le salvaron la vida.
“Ni en un millón de años hubiese imaginado que a los 24 años habría logrado trabajar en el hospital donde me trataron cuando era niña y adolescente”, relató a los medios de comunicación.
La semana pasada Montana comenzó a trabajar como enfermera, en el Centro Oncológico de AFLAC donde tiene una compañera que también fue una antigua paciente.
Su historia toca miles de corazones, no te vayas sin compartirla.