La historia de Melissa Ohden, de Missouri, Estados Unidos, es impresionante, ella pesaba solamente 900 gramos y tenía 8 meses de gestación cuando la conectaron a muchos tubos y cables en una incubadora el 29 de agosto de 1977.
Pero ese no fue un nacimiento normal, esta pequeña no tenía una familia esperando que sobreviviera, su madre pensó que la solución salina tóxica que le administraron durante cinco días había acabado con la vida de la bebé.
El procedimiento del aborto había fallado, la madre de Melissa no lo supo, pero su bebé fue encontrada por una enfermera que escuchó su llanto dentro de un contenedor de basura del Hospital Saint Luke’s en Sioux City, Iowa.
Otra enfermera aconsejó que la dejaran morir, pero la que la rescató estaba convencida de internarla en la sala de terapia intensiva y luchar por su vida. Posteriormente descubrió que aquella que quería que muriera era su abuela.
Melissa fue adoptada por una familia, se reunió con su madre biológica después de 17 años buscándola. “Descubrí que mi madre biológica, de 19 años, había sido forzada al aborto por su propia madre, que era una enfermera del hospital. Estaba completamente sedada y no supo que yo había nacido con vida. Ha sido un largo y doloroso viaje desde la vergüenza, la ira y hasta la fe y el perdón. Pero me niego a ser envenenada por la amargura, esa no es manera de vivir”.
Actualmente, Melissa tiene 40 años, vive en Kansas City y escribió un libro sobre su vida para inspirar a los demás a perdonar y superar las adversidades.
Cuando Melissa nació tenía ictericia, dificultades para respirar y convulsiones, se esperaba que en caso de que se salvara tuviera problemas de visión, pérdida de audición y retraso en su desarrollo.
Un grupo de enfermeras se encargó de cuidarla, incluso confeccionaron ropa pequeña para ella. Una de ellas, llamada Mary, decidió ponerle un nombre y la llamó Katie Rose, a los tres meses de edad recibió el alta médica.
Fue acogida por Linda y Ron Ohden, quienes ya habían adoptado a una niña de cuatro años llamada Tammy.
Sus padres adoptivos y la enfermera Mary no perdieron la comunicación, le enviaban fotos de la pequeña, tarjetas de Navidad y mensajes. Seis años después, los padres adoptivos de Melissa tuvieron un bebé por métodos naturales llamado Dustin, aunque creían que no podían concebir.
Cuando Melissa creció fortaleció su amistad con Mary, estaba muy agradecida de que esa enfermera la cuidara cuando nadie más se ocupó de ella.
Sus padres le contaron que ella había sobrevivido a un aborto fallido, el mundo de Melissa se detuvo ese día, pasó gran parte de su adolescencia enfrentándose a problemas emocionales, tuvo bulimia, y adicción al sexo y al alcohol.
“Bebía mucho para aliviar el dolor, pero mis padres nunca se dieron cuenta de lo que mucho que me dolió conocer esa noticia. Me sentía incluso culpable por estar viva, enojada, asustada y avergonzada”.
Melissa se inscribió en la Universidad de Dakota del Sur para estudiar Ciencias Políticas, se enteró de que su madre biológica asistió a la misma institución, y también su abuela matera, quien dirigió el aborto, fue profesora mientras Melissa estuvo ahí.
Preguntas sin respuesta
Tenía 19 años cuando comenzó una búsqueda desesperada para reencontrarse con su madre biológica, pero en sus documentos de adopción no había mucha información.
Se mudó a Sioux City, donde se produjo el fallido aborto, y allí intentó buscar registros locales, estudió los periódicos, los libros, y las guías telefónicas pero no encontró nada de interés.
Incluso publicó un anuncio en un periódico local buscando información. Pero sabía el apellido de sus abuelos y sus lugares de trabajo, un día hojeando un libro de enfermería de la universidad identificó a su abuela.
Le envió una carta, pero la respondió su abuelo, le dijo que no encontraría a su madre biológica a través de ellos porque ella se mantenía distanciada.
Descubrió a través de documentos del hospital que su padre biológico vivía ahí, y le escribió una carta. Le dijo que estaba viva, pero nunca recibió respuesta, ella presume que él no estaba enterado de la situación. Finalmente, una prima puso a Melissa en contacto con su madre, le contó que sus padres se habían conocido en la universidad y fueron obligados a casarse cuando ella fue concebida.
Su madre era atlética, y había tenido períodos irregulares, por eso no se dio cuenta de que estaba embarazada antes del primer trimestre.
Los abuelos maternos de Melissa no aprobaron la relación de sus padres, así que su abuela planeó el aborto con solución salina días después de enterarse del embarazo.Descubrió que la hermana de su madre estuvo en el hospital y trató de sacarla de ahí pero los médicos dijeron que ya era demasiado tarde.
Melissa presume que para ser puesta en adopción tuvieron que falsificar la firma de su madre, porque ella no dio el consentimiento. No sabía que estaba con vida.
Ella no conoció nunca a la mujer que la rescató del contenedor de desechos médicos, pero sobre ella dijo que “Es un ángel, a ella le debo mi vida”.
“Ni si quiera puedo recordar ahora quién envió un correo electrónico primero, pero recuerdo que ambas estábamos sorprendidas. Mi madre no tenía ni idea de que estaba viva. ¿te imaginas?
Hablamos durante tres años antes de conocernos y creo que ambas teníamos miedo de ser rechazadas. Entonces propuse que nos conociéramos y su respuesta fue muy entusiasta.
Nos encontramos en mayo del año pasado, pude verla y una parte de mí quería huir, estaba aterrada. Nos abrazamos y lloramos, le dije que había pasado mucho tiempo. Ella tenía mucha culpa, vive con arrepentimiento”. Melissa le dijo: “Sólo tengo espacio para el perdón en mi corazón, perdono a mi padre e incluso a mi abuela”. Su abuela materna había fallecido años atrás.
Actualmente Melissa mantiene el contacto con su madre, tiene dos hermanastras con quienes habla con frecuencia.
Melissa se casó con un trabajador de TI Ryan, de 42 años, con quien tuvo dos hijas. Olivia de 9 y Ava de 3, su primera hija nació en el mismo hospital donde ella fue rescatada.
Se convirtió en oradora motivacional, publicó un libro y creó una fundación llamada Abortion Survivors Network para ayudar a otras personas que se encuentren en la misma situación que ella.
«He estado en contacto con 223 sobrevivientes de aborto, principalmente de los Estados Unidos, pero de todas partes», agregó. Ha devastado vidas. A través de mi fe católica he aprendido a perdonar. No hace que lo que pasó bien, pero te libera del dolor. Todos somos humanos y todos cometemos errores”, afirmó Melissa.
Sin duda es una historia inspiradora, Melissa nació con una misión muy especial, fue salvada por un ángel y ella se ha convertido en un ángel para muchas personas. ¡Compártela!