El pequeño Caleb Ashby, de Barwell, Inglaterra, fue diagnosticado con una afección que ponía en peligro su vida, además, su sistema inmune no estaba capacitado para combatir ni siquiera un resfriado.
A las 22 semanas de embarazo descubrieron que el corazón del niño tenía un defecto conocido como tronco arterioso: solo un gran vaso sanguíneo salía de su corazón en lugar de dos y tenía un agujero en el corazón.
Cuando cumplió dos semanas de nacido fue sometido a un complejo procedimiento quirúrgico que duró ocho horas para insertar un stend en su corazón.
Poco después los médicos determinaron que era necesario encontrar un donante de médula para preservar su salud, la herida de su corazón no estaba cicatrizando adecuadamente, su cuerpo estaba muy débil.
Tenía una escasez de células en la sangre que lo exponían a perder la vida su contraía cualquier infección, un trasplante de médula era la única opción para mantenerlo a salvo.
Así que Sophia Ashby, de seis años, se convirtió en su donante, y les exigió a sus padres con valentía que le permitieran salvar a su hermano.
Cuando los médicos les dijeron que Caleb necesitaba un trasplante de médula, Lee se sometió a estudios, pero solamente tenía 50% de compatibilidad con las células de su hijo, ser su donante no garantizaba que el bebé lograra sobrevivir.
Los estudios realizados a la sangre de Sophia confirmaron que era 100% compatible, así que recuperaron la esperanza, antes de autorizar que fuera donante la sometieron a diversas evaluaciones psicológicas.
El pasado 05 de marzo recibió anestesia general antes de extraer las células madre de su médula ósea en su cadera para transfundirlas a su hermano menor.
“Si le doy mis huesos a Caleb, él podrá vivir”, afirmó la pequeña.
Caleb recibió un ciclo de quimioterapia para preparar su cuerpo para recibir el trasplante, después permaneció durante dos semanas en aislamiento.
Kelsey Stynes, de 28 años, y Lee Ashby, de 31 años, no se separaron ni un momento de sus pequeños. A las dos semanas de haber realizado el procedimiento, finalmente comprobaron que el bebé había aceptado la médula de Sophia.
La niña se recuperó satisfactoriamente de la operación, asiste a la escuela del hospital mientras necesita estar en observación médica entre seis y ocho semanas.
Desde la operación ha fortalecido el vínculo que tenía con su hermanito, se mantiene alerta para velar por él y saber cómo evoluciona.
Su madre expresó: “Ella no ha dejado de sonreír y sabe que ha hecho algo bueno, pero no estoy segura si reconoce lo extraordinario que es. Si ella se hubiera negado a ser donante entonces no tendríamos a Caleb con nosotros ahora”.
Los padres de Sophia y Caleb tienen otros dos hijos: Zachary, de un año y Tyler, de ocho. Viven lejos del hospital, han tenido que hospedarse en una casa de la Fundación Ronald McDonald’s, estiman que en dos meses puedan reunirse y que muy pronto logren cumplir el sueño de disfrutar juntos un viaje familiar.
Su historia ha conmovido a miles de corazones, sobre todo por el gesto de esta niña que salvó a su pequeño hermano. No te vayas sin compartir esta esperanzadora historia.