Jillian Johnson era la mujer más feliz al enterarse de la llegada de su primer hijo, el pequeño Landon.
Junto a su marido, decidió prepararse de la mejor manera posible y dentro de eso incluyó instruirse al máximo para la lactancia materna exclusiva, ya que era algo que quería para su bebé como un camino para asegurarse que creciera sano y fuerte.
El 25 de febrero de 2012, finalmente Landon vino al mundo y lo hizo a través de una cesárea.
Lo que Jilian hizo inmediatamente fue pegar a su bebé al pecho, según el consejo de los expertos que la asesoraron para la lactancia materna.
En un principio, todo parecía marchar con normalidad, ya que el pequeño no tardó en prenderse del pecho de su madre absolutamente todo el tiempo. Y eso era normal. Sin embargo, Jilian fue advertida de que probablemente no produciría leche enseguida debido a su síndrome de ovario poliquístico.
En el primer día, Landon estuvo 9 horas pegado al pecho de su madre. Pero cuando Jilian lo desprendía por un momento, lloraba con desesperación. En 24 horas, ya había perdido el 10 por ciento de su peso, pero los expertos dijeron que no era algo para preocuparse, ya que es lo habitual en los primeros días de los recién nacidos.
Jilian y su pequeño fueron dados de alta y la madre no hizo otra cosa más que seguir al pie de la letra las instrucciones que le dieron los consultores de lactancia. Pero tristemente, las cosas fueron a peor, sin que la madre pudiera sospechar la gravedad de la situación.
Tras apenas 12 horas del alta del hospital, el pequeño bebé sufrió un paro cardiaco debido a la grave deshidratación a la que había llegado. Pero increíblemente, ni su madre, ni los expertos pudieron darse cuenta que Jilian nunca produjo leche.
Inmediatamente, el pequeño tuvo que ser trasladado a Cuidados Intensivos y tuvo que ser conectado a un soporte vital, mientras sus devastados padres veían cómo la vida de su indefensa criatura se apagaba de a poco, sin que pudieran hacer nada por impedirlo.
El daño que sufrió su organismo fue irreversible y finalmente ganó sus alas y falleció el 15 de marzo, con menos de un mes de nacido.
Rachel Prete, pediatra del Hospital Arnold Palmer para Niños en Orlando, calificó este caso como “extremadamente raro”. Sostiene que los bebés recién nacidos logran subsistir con mínimas cantidades de leche o incluso solo calostro.
“Las mamás deberían poder extraer a mano algo de calostro… Un mínimo de una cucharadita por alimentación es suficiente», agregó.
También ha instado a otras madres a advertir ciertos signos claros como claves para darse cuenta de que algo podría ir mal:
1. Las madres no puede extraer leche ni calostro de sus pechos.
2. El bebé muestra signos de jamás estar satisfecho y llora desconsoladamente.
3. El recién nacido no ensucia los pañales, no los moja y pierde peso rápidamente.
También ha explicado que si bien al principio deseen estar pegados al pecho, también deben tener periodos de tranquilidad y sueño.
«Recuerde que cualquier leche materna es mejor que ninguna», concluye.
Mientras que los devastados padres esperan que su experiencia, aunque extremadamente rara, salve a otras familias de pasar por la dolorosa pérdida que sufrieron.
No te vayas sin compartir la dolorosa historia de esta madre para que sirva de advertencia a tantas mujeres y se puedan prevenir tragedias tan lamentables como la del pequeño Landon.