Su hijo muere a los 8 años porque los médicos ignoraron el riesgo del lunar con el que nació

Diana Adán, auxiliar de enfermería de 34 años, llora la pérdida de Izán, su hijo de 8 años que murió de cáncer por no haber tenido un diagnóstico oportuno.

“Le diagnosticaron con gripe, neumonía, anorexia, me dijeron que era yo la que le iba a provocar el cáncer… Iba a volverme loca”, dijo Diana.

La devastada madre insistía y les decía a los médicos: “¿Y no será cáncer?”, y ellos le respondían: “Señora, está usted loca”.

Su intuición de madre le decía que algo grave ocurría con la salud de su hijo, insistía que podría tener cáncer causado por el lunar gigante con el que nació en la espalda.

“Señora, si sigue usted con eso, el cáncer se lo va a provocar usted, no sea obsesiva”, le llegó a decir un médico.

Presuntamente el pequeño tenía neumonía cuando le realizaron un TAC que reveló que tenía cáncer, un melanoma irreversible en el pulmón derecho con una gran cantidad de metástasis en el pecho, cráneo, hígado, riñón, páncreas y huesos.

El cáncer creció sin haber sido diagnosticado, Izan falleció en febrero de 2016.

Diana reclamó por medio de una demanda que el diagnóstico fue realizado cinco años tarde. La aseguradora del Servicio Madrileño de Salud según una sentencia, aun recurrible, de Primera Instancia 71 de Madrid, debe otorgarle una indemnización de 175 mil euros.

La madre está asistida por Álvaro Sardinero, en nombre de la Asociación del Defensor del Paciente.

Diana está indignada y devastada, la señalaban porque presuntamente estaba exagerando con la situación de su hijo.

“Y fíjate que, una vez que todo se descubrió, a él se lo fui ocultando, protegiéndole. Pero en los últimos meses, cuando sus pulmones ya estaban enganchados a un ventilador 24 horas al día, y él a una silla de ruedas, me decía el pobre”.’Mamá, me estoy muriendo’”. Y yo le respondía: ‘No, te estás curando’, dijo la madre.

“Al menos ahora, allá donde esté, sé que Izan no tiene dolor”, agregó Diana.

Izan nació el 8 de agosto del 2007, a las ocho horas lo estaban sometiendo a una operación para extraer un enorme lunar que ocupaba el 95% de la espalda: un nevus gigante que tenía ramificaciones en el pecho.

“Nos dijeron que había que quitárselo poco a poco, que era un organismo dormido, que controlándolo se podía vivir con él, aunque en algunos casos promovía el riesgo de desarrollar melanoma”, relató Diana.

Tenían antecedentes familiares de esa enfermedad, su madre la había sufrido. Al niño lo operaron ocho veces para extraer el lunar gradualmente.

Ella transitó un largo y doloroso camino con su hijo, durante años peregrinó en el Hospital de Fuenlabrada al área de Dermatología, en el Doce de Octubre, en Oncología y Neumología, y en el Hospital La Paz visitó el área de cirugía plástica.

Cuando Izan tenía dos años una radiografía mostraba una sombra en su pulmón.

En julio de 2010 su pediatra observa una alteración en una radiografía de tórax, está reseñado en el informe del Hospital de Fuenlabrada. Sin embargo, la doctora lo remite a rayos x y estos no observan alteraciones nodulares.

Transcurrieron tres años cuando el niño de 5 años presentó problemas respiratorios, le hicieron una radiografía en su centro de salud y aparecieron imágenes más claras en el lóbulo inferior izquierdo del pulmón.

Diana insistía en que su hijo tenía una condición base, el nevus, que podía causarle melanoma.

En febrero de 2015 Izan sufrió un derrame en la pleura con imagen de condensación en la misma área, le diagnosticaron neumonía y le recomendaron un tratamiento con antibióticos. Disminuyó la fiebre, pero la imagen seguía ahí.

El juez consideró que la decisión de hacerle un TAC era ineludible, pero ningún médico dio la orden.

La madre del menor comentó que después del fallecimiento de su hijo fue a buscar documentos al Hospital Doce de Octubre donde en el área de Neumología una doctora admitió que ella comentó que era necesario hacerle un TAC a Izan, pero su compañero no lo consideró oportuno.

“Quien sabe si mi hijo se hubiera salvado en caso de haberle hecho el TAC”, dijo Diana.

Finalmente, en junio de 2015 diagnostican el cáncer del niño cuando estaba perdiendo peso, tenía dolor abdominal y fiebre. En el TAC aparecía una masa que le ocupaba la totalidad de lóbulo izquierdo, entrando dentro del bronquio.

En el Hospital de Fuenlabrada le informaron a la madre que no había ningún tratamiento que pudieran aplicarle a su hijo.

Según el informe del Hospital Doce de Octubre, el melanoma no era de una malignidad agresiva, lo que según Diana hubiera permitido que en caso de un diagnóstico a tiempo su hijo pudiera haber recibido un tratamiento.

Lo único que los médicos pudieron hacer por el pequeño fue ofrecerle un tratamiento de cuidados paliativos. En agosto de 2015, el día siguiente de su cumpleaños perdió la movilidad de su pierna derecha y quedó en silla de ruedas.

Tras una dolorosa batalla que tuvo que librar solo con el apoyo de su madre, falleció el 13 de febrero de 2016.

Ella quiere alzar la voz para que a ninguna otra familia le suceda lo mismo. Nada podrá ofrecerle consuelo por la pérdida de su pequeño. Comparte su mensaje.

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