Antes de tener hijos, es difícil imaginar cómo será nuestra existencia siendo padres, pero después de tenerlos, sencillamente es imposible imaginar la vida sin ellos. El nacimiento de un niño es una señal de fe en el otro, en quien se ama, y de esperanza en el futuro.
Cada vez que viene al mundo una criatura se produce un milagro en la naturaleza. Toda llegada de un niño a este mundo, puede considerarse un maravilloso regalo divino. Él o ella habrán de sortear innumerables obstáculos hasta ver la luz.
El hijo no es un mero efecto de un proceso biológico natural, sino una persona que surge como consecuencia de un acto de amor, compromiso y entrega entre dos seres.
Saylor Elaine, nació en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, el día 12 del mes de junio (12-6), a las 6:12 de la mañana, con un peso de 6 libras y 12 onzas (3.06 kilogramos). Siendo, lo único no coincidente con estas cifras su medida, debido a que al momento de llegar al mundo midió 21 pulgadas de largo.
“Algunos dirán que es una señal divina, otros que es un golpe de suerte o una mera coincidencia, pero el hecho es que Saylor está haciéndose notar desde el momento en que el mundo le dio la bienvenida”, dijo la orgullosa mamá.
Comparte esta historia con todos tus amigos. Nunca dejes de brindar amor, tiempo de calidad y fomenta la comunicación con tus hijos, recuerda que este es el elemento esencial para hacerles mejores personas.