El ámbito de la salud es uno de los más sensibles e importantes en nuestras vidas. Por eso, los protocolos suelen ser tan estrictos en cuanto a los métodos y prácticas médicas en cualquiera de sus formas.
Pero a veces, los tratamientos no resultan accesibles para todos y muchas personas acuden, por necesidad o ignorancia, a médicos que no están facultados cuyos precios generalmente son más…, cómo decirlo… “solidarios”.
Un lamentable caso ha conmocionado a toda la opinión pública al conocerse el resultado positivo en las pruebas de VIH de casi 900 niños menores de 12 años en la ciudad asiática de Ratodero, en Pakistán.
Aparentemente, la epidemia en masa se originó por la reutilización indiscriminada de jeringuillas infectadas por parte del Dr. Muzaffar Ghangro, un pediatra conocido en la localidad debido a lo “barato” de sus servicios.
El impacible Dr. Ghanghro fue posteriormente arrestado y acusado de negligencia y homicidio involuntario después de este hecho, e incluso el periodista local Gulbahar Shaikh, portavoz inicial de la la noticia, se aseguró de hacerle la prueba a todos los miembros de su familia, ya que el sospechoso también era el pediatra de sus hijos.
Y así fue como la peor pesadilla de Shaikh, de 44 años de edad se hizo realidad: su pequeña hija tenía el virus.
“Fue devastador. Es la noticia más dura que recibí jamás”, declaró el afligido padre.
Sin embargo, es poco probable que el médico haya sido el único causante del brote, ya que por todo Pakistán también se ven casos de barberos que reutilizan la misma hojilla en varios clientes.
Incluso hay dentistas forajidos cuyos quirófanos son las aceras y las esquinas de las calles más mugrientas, y que trabajan con sus herramientas en sus clientes, como si de automóviles y no de personas se tratase.
“A menos que estos curanderos, barberos y dentistas no sean controlados, el número de incidentes de infección por el VIH seguirá aumentando”, dijo el Dr. Imran Akbar Arbani, un médico local.
Es evidente que, si hay un área donde la intervención estatal no debería admitir cuestionamientos o excusas es la relativa al control sanitario.
Es por ello que nos resultan tan lamentables este tipo de casos, ya que, la función social de un médico, conjuntamente con la de un hospital y todos los demás elementos humanos y administrativos que intervienen en la atención de un enfermo puede ser considerada y calificada como vital en todo tipo de comunidad, pues la salud es el mayor bien que posee un ser humano.
Comparte este caso con tus familiares y amigos. Ten en cuenta que el Juramento de Hipócrates que todos los médicos hacen es bastante completo, y el no respetarlo les convierte en traidores a su ética, además de pésimos ciudadanos. ¿Acaso no les remorderá la conciencia?