En estos momentos de confinamiento la incertidumbre y el temor abruman a miles y miles de personas, pero afortunadamente muchas buscan la manera de revertir el malestar del encierro.
La iniciativa de aplaudir desde los balcones o ventanas no solo es un reconocimiento a los sanitarios de España, sino que, también es una manera de expresar solidaridad y drenar un poco la ansiedad.
Y esta historia, quizás la más emotiva de tantas, demuestra que salir a aplaudir a los balcones tiene muchos efectos curativos. Se trata de Hermann Schreiber, un octogenario con alzheimer, quien toca la armónica y cree que los aplausos son para él.
Hermann, oriundo de Alemania, como su esposa, Teresa Domínguez, española, sufren de alzheimer. Él no recuerda el idioma español a pesar de que lo dominaba a la perfección, y ella, que dominaba el alemán tampoco lo recuerda, ni siquiera habla.
Pero lo que no olvida Hermann es tocar su inseparable armónica, instrumento que aprendió a tocar cuando tenía 5 años, era su entretenimiento mientras su madre preparaba mantequilla.
Y ahora, cada día desde su ventana en la ciudad de Vigo se dispone a dar su «concierto» cuando es la hora de los aplausos a los sanitarios.
Gracias a Tamara Sayar, la persona que lo asiste, Hermann cree que los vecinos de las casas de al lado son su público y no duda en ofrecerles un auténtico recital con ese instrumento de viento que siempre lo ha acompañado.
«Pedazo concierto, eh, Hermann. ¿Ves? Te has puesto nervioso. Mucho público. Yo entiendo», le dice Tamara Sayar en los vídeos que graba de sus conciertos.
Otros músicos han hecho lo mismo, pero con un público real, el de Hermann no lo es, o al menos eso parece, aunque nunca se sabe. Sin embargo, lo importante es que sienta que esas personas están felices de escucharlo y lo demuestran con sus aplausos.