El sistema sanitario de muchos países del mundo se ha visto afectado por la pandemia, el colapso de las instituciones y la escasez de recursos han causado estragos. Pero quienes han sufrido las consecuencias no son solamente los pacientes de COVID-19, sino quienes padecen otras patologías o quienes sufren cualquier emergencia médica.
Sobre todo, en aquellas naciones en las que las condiciones son más precarias, el saldo ha sido devastador.
En un hospital de Ciudad de México falleció un hombre de 48 años a quien le negaron la entrada al recinto.
Ricardo Hernández fue al hospital el pasado 02 de febrero acompañado de sus familiares, quienes gritaban desesperados pidiendo auxilio a través de las puertas de cristal del área de urgencias.
“¡Todavía sigue vivo, ayúdenos! ¡Por favor, por favor! ¡Señorita! ¡Allá hay un especialista! Se lo suplico, señorita… ¡Papá, papá, no, no!”, suplicaba la familia de Ricardo.
Durante media hora gritaron con extremada desesperación y angustia porque veían que cada minuto empeoraba la situación de Ricardo.
Pero a pesar de sus suplicas, Ricardo falleció sin recibir atención médica. Actualmente la Fiscalía abrió una investigación y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) analiza si tres de los trabajadores que hacían su jornada en ese turno se negaron a atender al paciente.
Días después del fallecimiento de Ricardo, en las redes se comenzaron a difundir vídeos en los que aparece su familia junto a él en las puertas del Hospital de Traumatología, Ortopedia y Rehabilitación en Magdalena de las Salinas, al norte de la ciudad.
La familia se bajó del auto junto a Ricardo después de haber recorrido otros cuatro centros de salud.
“Cuando íbamos llegando, a mi hermano le empezó a faltar el aire o a sufrir un infarto… La verdad no puedo describir qué era. Me bajé para pedir auxilio y el vigilante nos cerró la puerta”, relató la hermana de Ricardo a un medio de comunicación local.
En ese momento, cuando acudieron al hospital, eran las siete de la tarde y había una fila de aproximadamente 20 metros para recibir atención en urgencias.
Uno de los testigos de la muerte de Ricardo es un hombre que desde hace semanas permanece en las afueras del hospital dentro de una furgoneta. Su hijo está ingresado en la UCI.
“No me acerqué porque no sabía qué era lo que ocurría”, expresó el padre refiriéndose a la muerte de Ricardo.
La sala de urgencias de ese hospital admite exclusivamente a pacientes que requieren atención de emergencia por traumatología. Pero también acuden personas con otros síntomas, incluso de COVID-19.
Se presume que la población puede confundirse porque a unos metros, en una clínica se reciben las urgencias de los pacientes infectados con COVID-19.
Un sanitario con equipos de protección individual para prevenir contagio de coronavirus, se le acercó a la familia de Ricardo para preguntarle si había tenido fiebre o dolor de cabeza.
Las autoridades investigan su hubo una negativa de servicio de parte de los sanitarios, trabajan en el caso en conjunto con la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Fryda Medina, responsable de la unidad médica, aseguró que ya se ha contactado con los familiares de la víctima, quienes alegan que lo único que les dijeron fue: “en esas instalaciones no lo pueden tratar”.
Los sanitarios alegaron que no podían recibirlo porque era un caso de COVID-19 a pesar de que se había sometido a dos pruebas que arrojaron resultados negativos.
“¡Tiene insuficiencia renal, no es COVID-19!” rogaba la familia desde la puerta de urgencias.