Una familia estadounidense ha protagonizado una verdadera historia de amor. Rebecca y Jason, una escritora y un soldado del ejército estuvieron varios años luchando incansablemente por adoptar una niña con enfermedades congénitas producto del descuido de sus padre biológicos.
“Nunca pensé que sería lo suficientemente fuerte para ser una madre adoptiva hasta que me convertí en una”, aseguró la feliz mujer.
Los médicos le advirtieron a la mujer sobre los riesgos que corría su vida en caso de volver a quedar embarazada, de modo que después de revisar las necesidades y formalidades del sistema, decidieron adoptar.
No fue una decisión sencilla: existen demasiados niños ávidos de amor, de un hogar seguro y de los cuidados que solo una familia funcional y responsable puede ofrecer.
Pero el destino tiene maneras insospechadas de sorprender y así fue como dos meses después ofrecieron a Rebecca su primer contrato editorial. Al tiempo, la trabajadora social llamó:
“Rebecca, esto es lo que hay: pueden adoptar a una bebé de cinco meses durante un mes”, dijo la trabajadora social.
“¡Oh, por Dios, pero si es una bebecita! Esperábamos un niño mayor, no tenemos ni una sola cosa de bebés. Di que sí”, señaló Jason.
“Sentí que nos reconocimos mutuamente. Fue como si mi corazón le dijera al suyo: aquí estás, bebé, te esperaba”, mencionó la mujer.
“¿Qué pasará si no soy capaz? ¿Y si fallo?”, se decía sin parar la primeriza madre.
El primer mes pasó, y se convirtió en dos, en tres. El libro de la nueva mamá fue publicado y, eventualmente, Jason regresó a casa. Pero todo estaba a punto de dar un giro inesperado.
No sabían qué pasaría si la corte fallaba a favor de que la niña permaneciera en el centro de adopción.
Los días previos a la decisión final del juez fueron extremadamente tensos, habían trabajado mucho por mantener a su familia unida y no abandonarían a Audrey por nada del mundo. Pocos días después la corte falló a su favor y la trabajadora social abrazó fuertemente a Rebecca.
“Tranquila, ya pasó todo, ella es tuya”, dijo la trabajadora social.
Esta es una muestra de que hay personas que llegan a nuestras vidas bendiciéndola para darnos más de una lección. No es la sangre, sino el amor lo que nos hace ser padres e hijos y todos merecemos una oportunidad de ser felices en un hogar amoroso, donde realmente se nos quiera y valore.
Comparte esta emotiva historia con tus seres queridos y permite siempre que el amor te invada sin condiciones.