Venarusso Crosara es una joven estudiante de psicología de 24 años de edad, en la universidad escuchó hablar por primera vez sobre Redome, el Registro de Nacional de Donantes Voluntarios de Médula Ósea, fue entonces cuando decidió registrarse como donante y esperar para ser parte de un increíble proceso que terminaría por salvar una vida.
La joven es de Sao Paulo, Brasil.
La médula ósea es el tejido graso y blando que se encuentra dentro de los huesos, también es la parte del cuerpo que se encarga de reproducir los glóbulos rojos. Este tipo de trasplante consiste en reemplazar la médula ósea dañada por células madres de médula ósea sana.
Todos los gastos de viaje y hospedaje los cubrió Redome.
Las células madres son células inmaduras en la médula ósea que dan origen a todas las células sanguíneas diferentes, por lo que un trasplante de este tipo podría salvarle la vida a alguien. Y esto fue lo que hizo Venarusso.
Después de cuatro años de haberse inscrito como donante, la joven recibió una llamada de Redome quienes le informaron que había un paciente 100% compatible con ella.
Viajó 2.199 kilómetros de distancia desde Sao Paulo hasta Recife.
Venarusso sabía que de ella dependía salvar esa vida por lo no dudó en viajar a otra ciudad para realizar todo el trámite correspondiente.
“En octubre me llamaron y me dijeron que tenía la oportunidad de ser compatible con algún paciente, y me sorprendió.
Luego tuve que hacer otro examen para confirmar la compatibilidad. Estaba, ni siquiera sé, extasiada. Pronto me pregunté quién era, qué estaba pasando esa persona […]”. Dijo Venarusso.
A través de las redes sociales la joven comentó todo el proceso al que se sometió. Al respecto comentó:
“Hice un examen COVID, una tomografía computarizada, un análisis de sangre y me pusieron una inyección para estimular mi médula.
Mi donación fue el día 25, me dieron un sedante, hice el procedimiento y no vi nada, solo desperté en la sala de recuperación […]
Definitivamente lo volvería hacer. Nos ponemos en mayor riesgo en otros momentos de nuestra vida, entonces, ¿Por qué no donar? este proceso puede salvarle la vida a alguien”.
La joven destaca que el personal médico constantemente le preguntó si estaba segura de continuar con el proceso, afortunadamente, la operación fue un éxito. Aunque sintió algo de dolor después de la operación asegura que recibió la mejor atención médica.
La operación duró 90 minutos y fue dada de alta después de 24 horas.
Si bien todos los procesos de donación se hacen de manera anónima, a la joven le hace ilusión saber quién fue la persona beneficiada, sin embargo, debe esperar año y medio y solo se podrá hacer si ambas partes quieren revelar la identidad.
Después de todo, lo más importante es que su valentía y buena voluntad terminaron por salvar una vida.
Practicar la empatía es pensar en cuántas vidas se pueden salvar al aceptar ser donante, es comprender que una vida puede salvar otra. Comparte esta historia en tus redes para concientizar sobre la importancia de donar órganos.