Aunque el flechazo de Cupido no causó el efecto inmediato en esta pareja, una vez que se enamoraron sobre las tablas, Bélgica Castro, la actriz de teatro, 13 años mayor que el dramaturgo, casada y con un hijo supo que lo que sentía era más grande que cualquier prejuicio.
Un montaje de la pieza Tío Vania, de Antón Chéjov, interpretada en el año 1953 en el Teatro Municipal de Santiago fue el escenario perfecto para que el amor emergiera del corazón de un personaje que se encontraba ese día entre el público,maravillado ante el derroche de talento de la histriona: Alejandro Sieveking.
Bélgica destellaba en el papel de Sonia. Bastó con esa sola presentación para que el estudiante de teatro quedara totalmente arrebatado por tanta belleza y expresividad de la entonces joven actriz chilena.
Se decían ser entre ellos “mutuamente dependientes”, no, no lo negaban. Durante 64 años de matrimonio no hubo momento, ni lugar, ni razón alguna que los obligase a separarse. Solo una: la inexorable muerte. Su amor fue eterno y solo ella los pudo separar físicamente.
Alejandro y Bélgica
“Desafortunadamente, Sieveking murió el pasado 5 de marzo, a los 85 años, y tan solo un día después, en pleno velatorio, su amada Bélgica le siguió para seguir acompañándolo en su viaje a lo desconocido, justo en su cumpleaños número 99”, dijo un amigo de la familia presente en el sitio.
Castro era la profesora titular de Historia del Teatro cuando Sieveking estudiaba en la Universidad de Chile. Desde el primer día, el alumno se vio hipnotizado por su descollante e innegable talento, y siempre recurría a ella para buscar la aprobación de sus obras como realizador.
Tenían mucho en común. En 1956, la relación se concretó, pero el camino de su amor no era tan simple de recorrer. Además de ella ser 13 años mayor, estaba casada aún y tenía un hijo producto de esa relación con el también actor y director Domingo Tessier.
“Yo tenía 22 años. A mí ella me inspiraba y, obviamente, eso era fácil. Lo difícil es que ella se enredara conmigo. Lo que nos pasó es que nos reíamos con las mismas cosas, nos cargaban las mismas cosas”, contó el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile.
A pesar de los prejuicios, la desconfianza, desaprobación y la controversia que generó la relación a terceros, Bélgica logró la nulidad de su matrimonio y se casó con Alejandro en 1962.
Ambos crecieron como la espuma laboralmente desde la primera vez que coincidieron en una producción del fallecido cantautor Víctor Jara titulada Parecido a la felicidad, y estrenaron Ánimas de día claro y La remolienda, siendo Bélgica siempre la musa indiscutible de su amado argumentista.
Alejandro y Bélgica unidos por una linda historia de amor
Bélgica ganó el Premio Nacional de Artes en 1995, así como numerosas distinciones y menciones honoríficas a lo largo de su carrera. Por su parte, Alejandro logró el Premio Municipal de Literatura de Santiago (1960), Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile (2017), entre otros honores.
No cabe duda que el verdadero amor, siempre sorprende, revitaliza y llena de fe, puede que Bégica y Alejandro se separarán por algunas horas pero, indiscutiblemente deben ahora estar brillando tomados de la mano en el gran escenario universal.
Esta es una historia como pocas, una historia de dos almas que nacieron en el teatro, que es como la vida: lo que ocurre, ocurre y no tiene más remedio. Comparte con tus seres queridos seguramente también les reconfortará el alma.