Cuando nacen los hijos, lo mínimo que puede esperar todo padre es tener la dicha de amarlos, protegerlos, corregirlos, alegrarse por sus logros, llorar sus tristezas… En fin, de estar allí para apoyarlos incondicionalmente por el resto de sus vidas, no importa la edad que tengan, lo lejos que estén o lo independientes que sean.
Para Bill Conner todo esto se convirtió en una terrible ironía el día que su hija de apenas 20 años se ahogó en una piscina durante unas vacaciones. Pero este papá no se dejó vencer por la tristeza y, en cambio, emprendió un largo camino de más de 4000 kilómetros en bici para llegar al hospital donde su adorada Abbey entregó sus órganos.
Bill nunca esperó la hermosa sorpresa que lo recibiría al llegar.
Abbey y su hermano fueron encontrados tendidos boca abajo en la piscina del hotel donde se hospedaban en Cancún, durante las vacaciones de invierno. Se presume que esta extraña circunstancia se debió a que sus tragos fueron alterados, dejándolos a ambos inconscientes. Sin embargo, solo Abbey sufrió daño cerebral irreversible, mientras que su hermano, Austin, sí sobrevivió.
La chica fue trasladada a un hospital en Fort Lauderdale, donde la mantuvieron conectada hasta que los doctores extrajeron los órganos que serían destinados a futuros trasplantes.
Pero la vida da muchas vueltas y, al mismo tiempo que Bill se despedía de su amada hija en el Broward Health Medical Center, en Luisiana otro drama familiar se estaba llevando a cabo: los médicos le informaban a Loumonth Jack Jr. que tan solo le quedaban 10 días de vida.
Abbey tomó la decisión de convertirse en donante de órganos a los 16 años.
Con tan solo 21 años, Loumonth Jack Jr. sufrió un infarto que dejó su corazón extremadamente débil.
En este punto solo un milagro podría salvarlo… Y fue entonces cuando Abbey pasó a formar parte de su historia.
Cuando Abbey murió, cuatro órganos de su cuerpo fueron destinados a cuatro hombres de edades entre 20 y 60 años. Además, la joven también donó sus ojos y otros tejidos.
De entre todas las personas que fueron trasplantadas gracias a la disposición que siempre tuvo Abbey de ayudar a los demás, solo Loumonth Jack Jr. contestó la carta que el centro médico envió notificando que Bill Conner se encontraba atravesando el país en bicicleta en nombre de su hija.
Antes de encontrarse, Bill y Jack se pusieron en contacto por teléfono y la amistad entre ellos surgió rápidamente.
«Él es un chico muy humilde», cuenta Bill, «Sabes, yo soy papá y sé que sus padres lo criaron muy bien. Jack es muy cortés y respetuoso».
Con su viaje, Bill se propuso a crear consciencia sobre la donación de órganos y, de esta manera, honrar la memoria de su hija.
«Tenía que hacer algo, tenía que salir porque el dolor me estaba consumiendo».
Jack y Bill se encontraron en Baton Rouge, Luisiana, el día del padre, el cual se celebró en Estados Unidos el pasado 17 de junio. Ambos pasaron la mañana conversando y bromeando… Era como si se conocieran de muchos, muchos años atrás.
«Abbey me salvó y no tengo manera de pagárselo, me encantaría hacerlo, pero no puedo», comenta Jack, «Lo único que puedo hacer es enviarle todo mi amor a su familia».
«Abbey vive dentro de él, es su corazón lo que lo mantiene de pie», dice Bill, con lágrimas en los ojos. «Yo me siento muy feliz por Jack y por su familia, y, al mismo tiempo, por haber tenido la oportunidad de reunirme con mi hija».
Una hermosa y emotiva reunión que consolidó un lazo infinitamente especial entre el padre de Abbey y el joven que recibió su corazón. Pero lo mejor aún estaba por llegar… ¡Como regalo del día del padre, Jack le entregó un estetoscopio a Bill para que pudiera escuchar latir el corazón de su adorada hija!
La familia de Jack también le entregó a Bill una grabación de los latidos del corazón de Abbey para que pudiese escucharlos durante el resto del viaje.
Después de encontrarse con Jack, Bill retomó el viaje para seguir contando la historia de Abbey y, así, crear consciencia sobre la importancia de la donación de órganos. «Si quieres dejar un legado, ¿qué mejor legado que ayudar a otros a mantenerse con vida?», exclama este afligido, pero orgulloso padre.
Con su historia, Abbey puede salvarle la vida a muchas muchas personas más ¡Compártelo y ayuda a su padre a regar la voz sobre la importancia de la donación de órganos.