Ser bombero implica un gran nivel de compromiso para ejercer una labor que exige esfuerzo físico, valentía y fortaleza emocional. Ellos acuden al llamado de quienes sufren una emergencia requiriendo de su destreza, conocimientos y herramientas especializadas para preservar su vida.
En algunos casos terminan extremadamente conmovidos mientras intervienen en rescates que jamás olvidarán y que van más allá de combatir incendios, abrir puertas, y detectar fugas de gas, por decir solo algunas de sus labores principales.
Marc Hadden es un bombero que salvó la vida de una mujer y de una bebé cuando acudió en su auxilio. Ella se encontraba en trabajo de parto, pero no tenía tiempo de llegar al hospital más cercano para recibir atención médica.
En noviembre del año pasado, Marc estaba cenando cuando recibió la llamada de una mujer que indicaba que sufría severos dolores en el área abdominal.
Cuando el personal de los servicios de emergencia llegó al lugar donde se encontraba comprobaron que estaba a punto de dar a luz, su estado de salud era crítico así que le suministraron oxígeno, le administraron tratamiento intravenoso y la subieron a la ambulancia.
Justo antes de que la ambulancia saliera al hospital, un compañero de Marc alertó que el bebé venía en camino, así que atendieron el parto dentro del vehículo.
Fue tan rápido, que el bebé salió antes de que pudieran cortar la ropa de la madre, de inmediato, se lo entregaron a Marc.
“Empezamos atendiendo a una paciente, y terminamos atendiendo a dos: a la madre y a la bebé. Nunca olvidaré ese día. Fue el día en el que muchas cosas adquirieron un nuevo sentido”, dijo el bombero.
Marc trasladó a la recién nacida al hospital para que recibiera atención médica, se conmovió tanto con su situación que dos días después llamó al centro de salud para preguntar cómo estaba.
Durante esa llamada, el personal sanitario le informó que la mujer estaba dando a la bebé en adopción.
El bombero y su esposa querían tener un bebé así que se sintieron complacidos de postularse para convertirse en los padres adoptivos de la niña.
Apenas dos días después de enterarse de que no tendría hogar, ya la habían llevado a casa como sus padres.
La niña, llamada Grace, tiene cinco años, cariñosamente le dice Gracie, le encanta practicar gimnasia y en poco tiempo comenzará a estudiar en el jardín de infancia en el que su madre adoptiva trabaja como maestra.
Los Hadden tienen otros hijos, dos niños de 12 y 14 años, ambos aman a su hermanita y ella siente el mismo amor por sus hermanos mayores.
Marc ayudó a nacer a la pequeña sin saber que se convertiría en su padre, pero está seguro de que desde ese momento tuvo un vínculo especial con ella.
“Marc dice que su conexión con Gracie es más fuerte que la vida misma”, relató su esposa, quien comentó que la niña conoce la historia de su nacimiento y de su adopción.
La menor cuenta con mucho orgullo que su papá la ayudó a venir al mundo en el interior de una ambulancia.
Para la pareja, el nacimiento de Gracie fue un regalo del cielo, una señal que recibieron para que fueran ellos los que le dieran la oportunidad de crecer rodeada del amor y la protección que todos los niños merecen y necesitan.
Su historia ha tocado miles de corazones, definitivamente nada ocurre por casualidad. No te vayas sin compartirla.