La emergencia sanitaria que seguimos viviendo tiene efectos negativos inevitables en la capacidad hospitalaria y la atención al paciente, como merece.
Al punto que un grave error en el diagnóstico médico a un bebé de 15 meses, lo ha dejado con secuelas cerebrales desgarradoras.
En marzo de 2020 diagnosticaron con «Covid» al pequeño Hugo Dato
Los médicos de Cartagena, España, se apresuraron a confirmar que el bebé, con 4 meses en ese momento, tenía Covid-19, y que debía pasar los síntomas en casa, como todos.
Y es que, sus síntomas eran bastante similares: fiebre, conjuntivitis y eritemas. Tras 20 días batallando con el malestar, logró recuperarse gracias a que su madre se dejó llevar por su instinto, y lo llevó a un médico privado, que le recetó antibióticos.
Pero 9 meses después, el corazón de Hugo dejó de latir en brazos de mamá
Fue entonces cuando al llevarlo a otro hospital, tras reanimarlo con RCP y celebrar que volvió a la vida, descubrieron que tenía aneurismas en el corazón, y que lo que realmente padecía era el Síndrome de Kawasaki.
Así, debido al error imperdonable en el diagnóstico inicial, ha quedado con secuelas que desgarran el alma a cualquiera.
Su madre ha creado una cuenta de Instagram @Hugo_cree_en_ti, donde ha abierto su corazón de par en par, y sin tapujos, relata su dolor:
«NO TODO ES COVID», se titula la publicación del pasado 18 de febrero, que acumula más de 19.000 me gusta y una ola de comentarios de apoyo.
«Mi mamá llama al médico y le dicen que no vaya al consultorio, que cualquier síntoma de fiebre ya se considera caso de covid-19, que no vaya a urgencias tampoco, me lleva al médico privado y le dice que tengo un virus, y no se sabrá si es Covid porque el Gobierno no ha comprado aun los tests, que tengo que pasarlo», continúa el relato de la madre.
«Se podría haber curado con un simple tratamiento, pero no lo detectaron, dieron por hecho que era Covid, o un simple virus..», sentencia.
«Mi corazón está controlado con un stent que me pusieron en el corazón, ahora mis papás luchan con las secuelas por la falta de oxígeno en mi cerebro durante todo el tiempo que mi corazón estuvo parado…»
«Soy capaz de oír, y sentir… Pero aún no he conseguido conectar con ellos, mirarlos, ni tampoco reír ni llorar, no puedo sostener mi cabeza ni mover brazos y piernas y tampoco tomar mi biberón como antes».
«Ahora me iré así a casa, con una sonda nasogástrica y sin poder hacer todo lo que hacía antes», concluye la mujer en su post.