Yan Lianke es un escritor de literatura china y profesor de la Universidad de Hong Kong, ante la terrible situación que padece su país y el mundo en general con la latente amenaza del COVID-19,Lianke ha enviado un mensaje a sus estudiantes motivándolos a no olvidar sobre esta crisis y a escribir sobre ella.
La memoria es sin duda el tema central del mensaje, destacando que ésta y el recuerdo son dos elementos fundamentales que nos distinguen de los animales y las plantas, siendo así, la primera condición de nuestro crecimiento y madurez.
Yan Lianke es autor de «Los besos de Lenin» publicado en el 2004.
Lianke comienza el texto con un breve recorrido sobre algunas anécdotas de su niñez y adolescencia, en retrospectiva nos presenta una interjección en forma de pregunta “¡¿Es que no tienes memoria?!” de esta manera abre una amplia brecha para quecuestionemos la tragedia que en este momento abarca el mundo entero: el coronavirus.
Escribió el mensaje para sus estudiantes de posgrado de la Universidad de Hong Kong.
El profesor destaca que con esta tragedia estamos lejos de conocer la verdad de los contagios y número de víctimas letales.
Sin embargo, en estos momentos en Wuhan, Hubei y en otras provincias comienzan a celebrar ante una mejora de la pandemia.
Los sollozos no han cesado y los cuerpos no están aún fríos cuando ya comienzan a alzarse cantos triunfales, de sabiduría y grandeza”.
A manera de crítica Lianke nos invita a evitar convertirnos en seres que aun siendo golpeados, humillados y llevados a la puerta de la muerte, nos vanagloriemos de ser un héroe y un triunfador.
En su texto alude que a lo largo de la historia cientos de infortunios se han presentado afectando a miles de personas, pero ante el infortunio de nuestra realidad, de nuestra historia, somos personas anónimas, insignificantes, sin la capacidad de recordar.
Nuestras memorias individuales han sido programadas, suplantadas y eliminadas. Siempre son otros los que deciden qué debe ser recordado y qué olvidado; cuándo es tiempo de silencio y cuándo de algarabía.
La memoria individual se ha convertido en una herramienta de los tiempos; la memoria colectiva o nacional, en el olvido o asignación de recuerdos de la gente”.
El autor invita a todos sus estudiantes a reflexionar sobre todo lo ocurrido en los últimos 20 años, no solo las catástrofes naturales sino a la epidemia del SARS hace 17 años y el actual COVID-19.
Para Lianke todas estas tragedias parecen obras del mismo director donde es latente la escena de fatalidad.
Lianke inició sus clases virtuales en 21 de febrero.
Sin embargo, somos seres incapaces de indagar sobre la identidad del director y ante este nuevo escenario de muerte olvidamos el drama anterior.
La persona sin memoria es, en esencia, como la tierra de un campo o un camino; los zapatos deciden dónde pisar y son las hendiduras de sus suelas las que tienen la última palabra.
La persona sin memoria es, en esencia, como el madero sin vida; serán el serrucho y el hacha los que determinen su forma futura”.
De esta manera Lianke invita a sus estudiantes a escribir sobre esta crisis sin olvidar las tragedias del pasado, a desarrollar una capacidad de recordar y retener memorias inmutables e imborrables.
Apelando al recuerdo para escribir, buscar la verdad y vivir. Siendo así la memoria el mejor recuerdo cuando intenten centralizar la verdad y modificar la memoria colectiva.
En estos momentos en los que el COVID-19 aún no ha coagulado en forma de recuerdos, comenzamos a escuchar a nuestro alrededor alabanzas y celebraciones a bombo y platillo.
Es por esto por lo que espero que todos nosotros, todos quienes hemos atravesado por esta epidemia, logremos conservar la memoria cuando todo termine”.
Lianke solo desea que cuando todo esto termine y comiencen a enunciar por todo lo alto la victoria, seamos personas honestas y con memoria.
Que estemos alejados del escenario como personas débiles e impotentes que contemplan el espectáculo en silencio y con los ojos llorosos.
Si no podemos alzar la voz, susurremos; sino no podemos susurrar, guardemos silencio y conservemos la memoria y los recuerdos.
Que cuando lleguen los cantos-a punto de producirse-por la que ha venido a llamarse una victoria bélica contra la aparición, azote y propagación de este COVID-19, permanezcamos a un lado en silencio, con nuestra tumba interior.
Que nuestra memoria sea indeleble, para que podamos algún día transmitirla a las generaciones venideras”.
Cuando todo esto acabe es necesario conservar la memoria, regocijarnos en el silencio sin olvidar el luto presente en las miles de familia de todo el mundo.
Las emotivas palabras del profesor nos invita a ser seres conscientes, guardar silencio sin olvidar las terribles tragedias que enfrenta en el mundo. Compártelas.